jueves, 25 de noviembre de 2010

CARRETERA, la última gira de Nacho Vegas y Las Esferas Invisibles.

El pasado martes 23 de noviembre se presentó en la 4ª mostra de Cinema Documental de Girona 10, Music&Films, el documental de francisco Deborja “Carretera, la última gira de Nacho Vegas y Las Esferas Invisibles”. Como describe el título, este trabajo muestra el seguimiento de Nacho Vegas y la banda (Xel Pereda, Manu Molina, Jairo Moreno e Iker González) a lo largo de la gira del disco del cantautor asturiano “Desaparezca aquí”(2005) y que concluiría con la disolución del grupo.

El objetivo del documental, según la persona que daba paso a este y otras fuentes consultadas por la red, era mostrar el devenir de un grupo de rock desmitificando el glamour con el que se asocia al mundo de la música, para exponer desde el más crudo realismo la ausencia de encanto, magia y dejar al descubierto la cotidianidad de una gira musical, el agotamiento tanto físico como psíquico que comporta, con el añadido en esta ocasión de las desavenencias entre los componentes de la formación. Tanto fue así que incluso estuvo a punto de no editarse el documental, aunque finalmente pudo llegar a hacerse pese a la contrariedad de alguno de sus protagonistas. Me avanzo en desentramar que, en mi opinión, no consigue alcanzar el nivel de sus objetivos por varias cuestiones que detallaré más adelante. Previamente desglosaré los contenidos de este, la técina de rodaje y el montaje en post-producción.

El film se presentó durante el festival In-Edit del 2008, y debo confesar que es francamente difícil, por no decir imposible, yo aun no lo he conseguido, encontrar alguna “copia de seguridad”, siempre distribuido a pequeños circuitos, probablemete por su carácter anticinematográfico.
La gira del tercer LP en solitario del ex-Manta Ray, empezó con unas presentaciones a finales de abril del 2005, durante el Primavera Sound d eese mismo año y luego se hizo extensiva a lo largo del otoño.

Entrando ya en materia, el documental empieza con una escena, no se hasta que punto completamente preparada y guionizada, de una mujer que parece sacada de un grupo de “señoras que...” de facebook, buscando a NV, completamente enojada por la falta de pago de este de unos 200 euros y pico. Aquí ya empezamos mal, uno de los fallos a resaltar, de mayor gravedad a lo largo de toda la película, es la pésima calidad del sonido y la dificultad por entender, en demasiadas ocasiones, lo que dicen (y sin añadir ni subtítulos). Va intercalando ensayos, pruebas de sonido, el antes, durante y después de los conciertos, a los integrantes de la gira durante los trayectos de un lugar a otro, siempre en carretera, como el título propiamente dice, acomodados, más o menos, en una furgoneta, paradas en el camino durante las cuales se dan licencia para tomarse algo, bromear, e incluso jugar, desde las estúpidas máquinas atrapa-peluches a escenificar un enfrentamiento barriobajero casi llegando a las manos (todo siempre en clave de humor), nos enseña fans y la diversidad de la fauna seguidora del artista (todos hacen referencia a Vegas en sus elogios, dejando al resto de la banda en un plano secundario), contiene fragmentos de entrevistas ofrecidas por NV a diversos medios, y también la parte que quizás provocó mayor controversia para su futura edición, las reuniones del grupo en las que se asiste claramente, desde el asiento del simple espectador, a los desencuentros y el quebrantamiento del conjunto. Y digo reuniones, en plural, porque al recortar una misma escena en múltiples secciones, e irlas injertando fragmentadas, distorsiona inevitablemente la realidad de los acontecimientos, al no mostrar estos de manera lineal en el tiempo a como se sucedieron, creando la sensación de ser más reuniones en las que se habló del mismo tema y con el mismo tono de gravedad, cuando parece ser que el punto álgido que avecina la caída en picado hacia la colisión final se da durante esa reunión en una habitación roja, de luz ténue y un montón de botellas y copas sobre una mesita de centro, en la que giran diatribas bastante penosas y más que acusadas por el efecto etílico, de no ser así me detracto por completo, pero, o son los grados de más en sangre o estos chicos hablan más “hacia dentro” de lo que podia llegar a imaginar. Lo lamentable es las discusiones por acentuados egos heridos y algo tan patético como la retribución económica de las ganancias. Al menos, para mí lo es. Y con quien más comparto postura, al menos hasta donde muestran esas imágenes, es con Manu, el bateria. Distante, prudente y quizás incluso ingénuo al mostrar su absoluto convencimiento y confianza en que la idea de Nacho nunca tuvo intención de ir en contra de los intereses de nadie. Hablas pastosas, reiterativas y relentecidas. Lo cual, insisto, apunta a una soltura de lengua provocada por la desinhibición que proporciona el tío Walker.

El método o técnica empleado para filmar es el de cámara en mano, con la nula intervención del realizador, tratando de crear con ello un clima de veracidad y autenticidad de lo captado, de nuevo nos encontramos frente a un reto no superado. Es inverosímil, falto de espontaneidad y sí delata una conciencia constante de la existencia del objeto filmante, llegando a asquearme determinadas imposturas por parte de algunos de los miembros, justamente los mismos que más rebotados creo que salieron de la segregación de la banda. La anécdota carente de gracia alguna explicada por Iker, de las chanclas y posteriormente de los botines (la cual no llegué a entender a penas dos palabras por la no vocalización de su intérprete), el dañado ego de Jairo, la sobrada, nuevamente de Iker, definiéndose como el puto amo cuando está sobre el escenario, y de nuevo los dos reyes del drama personificado, con sus vomitivas imitaciones en plena calle fruto ya creo entender de su poso amargo. Por no hablar de la bochornosa falta de respeto por los seguidores llámandoles (llamándonos) subnormales. La realidad, a día de hoy es que, durante la última gira, en la presentación de “El Manifiesto Desastre”, entre los músicos que acompañan al cantautor se hallan Manu Molina y Xel Pereda, habiendo desaparecido aquí (o por allí) los que a mi entender, su ego estaba demasiado inflado para resignarse a poder ser reemplazados, y admitir que Nacho Vegas, con o sin las esferas invisibles continuaría existiendo. Y no creo que Vegas adoptase en ningún momento una actitud de estrella y superiodidad, afirma que el proyecto y el grupo como tal dejaría de existir sin uno de los intengrantes que configuraban la formación en ese momento.
Volviendo al aspecto más técnico del film, el sonido es destacable, pero por horrendo, como ya apunto con anterioridad. El movimiento incesante de la cámara satura y marea, sin un sólo plano bien enfocado o encuadrado, se echa en falta el subtitulado en el 70% de la película, lo cual es excesivo, y el montaje final de copy-paste ofrece una narración de la historia que desvirtúa la realidad y por tanto, ese efecto de credibilidad queda anulado.

Lo que pretende partir de la base de mostrar la cruda realidad termina por convertirse en un artificio. El espectador se queda con lo morboso sin llegar a enterarse de lo que ha sucedido (esa fue mi percepción y la de otros presentes a los cuales oí comentar lo mismo a la salida de la sala) Y el resto no llega a transmitir nada, queda diluido en una superficie, ninguna de las expectativas que pudiera tener mientras me dirigía al cine se vieron cumplidas. Ni siquiera la básica de poder escuchar, aunque fueran fragmentos, de algunos temas del álbum.

Como friki resentida que soy, y ya para finalizar esta crónica-crítica, lanzo desde aquí un mensaje que no va a llegar a Jairo Moreno: Fan sí, subnormal no. Lejos de mi intención tomarme un día personal en el trabajo para asistir al cine y ver a dos gilipollas (ya no diremos cinco...) haciendo lo propio... ¿Y quien coño lleva con 30 años una camiseta con un Micky Mouse estampado? Ala, chico, que te vaya bien Mr carussel.



Y aquí el trailer: (del cual me doy cuenta que sale la mayor parte de lo que comento en mi reseña)

martes, 9 de noviembre de 2010

Seis grados

La señora Márquez apresura su paso. Llegará tarde a la sesión de las cuatro. Le espera en la puerta del cine su amiga Teresa, a la que su marido abandonó ya hace cinco años por una vendedora de tuppersex a la que conoció en un restaurante durante una comida con uno de sus socios de gabinete. La vendedora de tuppersex estaba sentada junto a su mesa, el simple gesto de pedirle fuego desencadenó cuanto vendría a continuación. El camarero que servía sus mesas estaba a punto de ser despedido, pero él desconocía los motivos, que no eran otros que la acusación de robo de su compañero de turno de mañana para inculparle y así alejar de él toda sospecha. El dinero lo había cogido con la intención de devolverlo sin que el encargado se diera cuenta de ello, esperaba su paga para hacer cuadrar la caja. El encargado del restaurante cada mañana compraba el pan antes de abrir el local. La panadera, Teresa, todos jueves, días del espectador, acude puntual a su cita con su amiga al cine. No sabe que, esta no va a llegar, un desafortunado accidente va a sufrir. Un alcoholizado conductor va a invadir la acera por la que casualmente apresura su paso la señora Márquez.

domingo, 7 de noviembre de 2010