Si quiero ver supervivientes pongo telecinco. Si quiero ver callejeros, cuatro. Si lo que quiero es pegarme una buena siesta con paradisíacos paisajes de la naturaleza salvaje con una voz en off, soporífera e innecesaria, que va narrando lo que el espectador observa ante la evidencia de las imágenes (la leona agazapada entre la maleza espera el momento más idóneo para atacar a la presa), entonces, veo un documental de La 2. O puedo volver a cuatro a ver un nuevo y carente de credibilidad capítulo de S.O.S Adolescente y como tras una terapia padres e hijos aprenden los unos de los otros y tratan de ser una feliz familia de anuncio de cereales. O puedo poner la misa matinal del domingo en La 2 para oír sermones del tipo:
Perdonar es amar, y al amar Dios nos ilumina. O bien optar por un telefilm de drama doméstico un sábado por la tarde en Antena 3. Esperar a altas horas de la madrugada para ver los vídeoclips de la MTV que pasan por el canal local de turno. O si lo prefiero, y lo mío es ir de post-moderna gafapasta de todo a 100, siempre me quedarán programas como Silenci? Del 33 (lo lamento, no hallo un símil de otro programa en las televisiones estatales, se admiten sugerencias en el apartado de comentarios)
¿Por qué digo todo esto? Pues porque al que le apetezca ver un compendio de todo esto no dude en ir a ver
Hacia rutas salvajes.
Si sigues leyendo descubrirás spoilers pero, tampoco pasa nada si los conoces de antemano.Mis resoplidos en la sala de proyección iban en aumento cada vez que, con cierto bochorno por mi parte, tenía que soportar las cómplices risas de algún espectador enfrascado en la historia de la cual estoy convencida que a la salida anunciarían ilusionados lo bonita y profunda que es y lo mucho que les ha gustado. Francamente, a mí me entraba la risa, por no llorar, de lo patético que me parece aferrarse al recurso fácil de tratar de llevarse al bolsillo al espectador y no esforzarse un poco más en ese intento (fallido en mi opinión) por hacer cine de calidad. Como algunas escenas lacrimógenas, con banda sonora incluida, muy buena, cierto, pero erróneo su uso en determinados momentos, o lo chachi que soy y lo bien que solito me lo paso. Ya que me resulta tan falso y grotesco que antes elijo la artificialidad de cualquier comedia romántica tipo
Bajo el sol de la Toscana, si mi pretensión es ir a comprar sueños a granel.
No digo que la película no tuviese posibilidades de haberme cautivado, pero entonces la trama daba un traspié y se hundía torpemente en el fango de lo aborrecible. Múltiples son los ejemplos que podría citar, pero supongo que los más decepcionante ha sido el enfoque desde el que ha tratado la historia, sin querer faltar a la memoria de Chris, alias Alexander Supertramp, no creo que hacer “poesía visual” de las peripecias de un joven con gravísimas consecuencias en plena fase de rebeldía, sea la mejor manera de desarrollar el discurso, si es que lo hay. Vamos, a mí lo primero que se me ha pasado por la cabeza al terminar la peli ha sido:
Pero que gilipollas el niñato, después de sobrevivir a un durísimo invierno en condiciones climatológicas totalmente adversas va y la palma a la llegada de la primavera por ingerir unas bayas venenosas. Bueno, por lo menos le costó dos años aprender la lección, dos menos que lo que dedicó en sacarse una carrera. Hasta ese momento estaba hasta mosqueada, que en tanto tiempo pocas eran las situaciones ingratas en las que se había encontrado: Que si una paliza por viajar de polizón en un tren de mercancías, que si la mayor tragedia de su vida había sido matar al alce (de hecho, para ser exactos, el no tener ni puta idea de cómo conservarlo para evitar que se pudriera antes de poder comérselo y ser un maldito inútil era la auténtica tragedia) y en contraposición a estas minucias y motivo de mi cabreo, la absoluta libertad de desprenderse de toda posesión y obligación que desprenden las bucólicas imágenes que nos brindan, con esa idea tan anhelada por muchos de vivir ahora como quiero y donde quiero, esas magníficas puestas de sol, ese dominio del rafting (atención al ¡El casco imbécil! Que le recriminan mientras baja el río en cayac, otro motivo más para echarse los dedos a la boca y vomitar), el conocerse a sí mismo alejándose de todo (¿hace falta irse tan lejos?), la bondad de los extraños que se encuentra por el camino y que de una y otra manera todos quieren formar parte de su familia porque es un chico de lo más majete a pesar de estar cubierto de rabia por creer que el mundo es un lugar inhóspito en el que reina la maldad y la hipocresía de la sociedad sin tener consideración del dolor que causa a quienes le quieren (sí, sí, le estoy juzgando, ¿pasa algo? O sí, que al final aprende, alcanza la sabiduría… puag) El mozo es de lo más inteligente, lee a Tolstoi, pero luego es capaz de reaccionar por una frase de un discurso político, si es que hay que tener cuidado con quienes escriben estos discursos
¿Porqué esperar si se puede hacer ahora?Sinceramente, después de dos horas y media (interminables) de película, no acaba de quedarme claro qué quiere explicar. ¿Es simplemente mostrar el viaje iniciático de un jóven a la búsqueda de si mismo? (esto
queda muy bien como sinópsis de la peli, lo he oído/leído ya en varias partes), ¿Es el pretexto para desarrollar un discurso filosófico de manual de bolsillo de cómo alcanzar la felicidad en cinco pasos? Personalmente no necesito subir a un peñasco con riesgo de romperme la crisma para apreciar la belleza del mundo y de la vida y saborear mi “libertad”. ¿Si tu hijo no quiere llevar calcetines, sácatelos tú también antes de que sea demasiado tarde?...
Trataré de dar fin a este inagotable cúmulo de increpancias, pero es que ha sido una película de lo más inspiradora para masacrar a gusto y dar rienda suelta a mi corrosiva intransigencia, que creo de obligada exposición para compensar las prodigiosas alabanzas que por otro lado ha recibido y me temo que seguirá recibiendo lo que ya he titulado:
Sin trauma no hay paraíso.Para ser
justos con Christopher McCandless opto por colgar este youtube antes que el trailer o cualquier fragmento de la película.