domingo, 14 de diciembre de 2008

My cherry night

Es innegable que, la forma de rodar de Wong Kar Wai es muy particular y característica. Así como la elección de sus bandas sonoras. Crea una atmósfera que, por insulsa que pueda resultarnos la historia que nos pretende contar, hace que valga la pena verla. Es puramente visual, y, en este caso además, auditiva, lo que personalmente me hace más receptiva y sensible a su visionado. El juego de cámara lenta perfectamente sincronizada a la música me ha envuelto en esa aura, que tan bien sabe crear como un funambulista de ilusiones, totalmente ajena a la plasmación de la realidad más cruda que tanto me gusta defender en lo que respecta a cine, y, manipulando al espectador al mismísimo estilo que los grandes farsantes desenmascarados del séptimo arte.

No negaré que detesto a quienes guardan la forma por encima del fondo, sin embargo, y es una contradicción en mí, confieso en afirmar que, unas formas bien tratadas bien merecen reconocimiento. Aquí Wong Kar Wai se luce, es un maestro a la hora de crear ensoñaciones. La historia no pasaría de una peliculita romanticona, noña y rematadamente cursi, con tintes de pseudo-profundis, concepto que acabo de acuñar para definir aquello que pretende ser trascendente, pero que me resulta de lo más superficial, sin todo ese tratamiento en las formas. Sí, por supuesto que los sentimientos y las emociones deben mi más sagrado respeto. Que el sufrimiento de seres dejados cuando siguen amando no debería ser diana de mi más cruel ensañamiento, si incluso asistimos a derramamiento de sangre. Y es que parece que, lo mío sean las críticas a los viajes de conocimiento personal, bueno, tal vez sea que, debido a mi falta de recursos para emprender viajes a lo largo de la geografía, no me ha quedado otra que, conocerme estáticamente, desde el mismito sitio en el que me encuentro, sin dar más pasos que los necesarios para cruzar la calle que para ir a comprar al super, y es que, claro que he entendido el sentido metáforico del mensaje, sólo que yo, no necesito que ese rodeo sea literal.

No me convence que zurza una historia gracias a los retales de otras, pero bueno, eso me da que pensar que en el fondo (o la superficie) somos en realidad mucho más párasitos de lo que nos creemos y mamamos de los demás para hacernos a nosotros mismos.

La historia de la chica que se queda dormida trás la ingesta de tarta de arándanos, como terminaría describiéndola, o recordándola, no se aleja a las historias de hadas y princesas a la espera de ser rescatadas por el beso de un príncipe azul. Claro que, en esta ocasión, la princesa no se queda de brazos cruzados y emprende su propia aventura, tiempos modernos, pero en el fondo, mismo disfraz. Eso sí, me ha gustado volver a soñar un rato, aunque luego sea para dejarme la sensación de que despierto de una pesadilla.

No me gusta que el cartel sea la escena que cierra la película, menudo destripe, aunque supongo que es lo de menos, desde el primer fotograma se adivina el final. Tampoco la reutilización del tema principal de In the mood for love, me ha chirriado bastante, por lo demás, la banda sonora excelente. Todavía suena en mi cabeza ese clásico de Otis Redding viendo a David Strathairn destrozado, hecho trizas, brillante en su interpretación, así como su compañera de reparto Rachel Weisz, en un papel muy femenino y sofisticado con reminisencias a la anteriormente citada In the mood for love.

Y bueno, dejando gafapastadas aparte, hay algunas ideas que se pueden recoger y son realmente interesantes, algunas reflexiones de la protagonista que deja constancia en esas cartas, vítores para este canto a la comunciación escrita, luego hay otras que apestan bastante, como eso de que hay puertas que por abiertas que estén ya no hay nadie dentro... ehem... no se ha utilizado nunca, noooooo

Efectivamente, debo reconocerle a alguien que, este film no pasará por uno de los grandes ni por asomo pero, para la noche de hoy (ayer, si contamos que ya pasa de la medianoche), me ha venido muy bien verla, me ha entretenido, aunque no emocionado. Era la recomendación de un amigo (lo que no se si después de leer el post seguirá con las ganas de recomendarme otras pelis), a propósito, la peli no es otra que My blueberry nights.

En fin, que hubiera preferido que fuera my cherry night.



lunes, 24 de noviembre de 2008

El Manifiesto Desastre, by Nacho Vegas



Ya queda menos, el próximo lunes podremos escuchar el resto de las canciones que componen su nuevo álbum. En su mySpace, están colgadas Dry Martini,SA y Detener el tiempo.












"Dry Martini, S.A."
"Detener el tiempo"
"Junior suite"
"Lole y Bolan (un amor teórico)"
"El tercer día"
"Nuevas mañanas" (Guy Clark)
"Crujidos"
"Mondúber"
"Un desastre manifiesto"
"En lugar del amor"
"Morir o matar"

domingo, 23 de noviembre de 2008

VII Parte

Se echó la mano al bolsillo y palpó el móvil. No recordaba que lo llevaba ¡Claro! Podría llamar a Juan y pedirle que fuera hasta su casa, o por lo menos, hasta lo que a día de hoy creía ser su casa. Alguien que pudiera darle algo de lucidez a todo aquel asunto, alguien en quien confiaba y no le tacharía de loco, cosa que temía haría la policía al explicarles su historia. Demasiadas preguntas para las que ni él mismo tenía respuesta.

Marcó el número tres, lugar en el que tenía en la memoria a su amigo, trás cuatro timbradas, una voz de mujer atendía con un mensaje el cual parecía proceder de un contestador automático. “El horario de nuestras oficinas es de lunes a viernes de nueve a seis de la tarde, rogamos nos llame en otro momento y disculpe las molestias, o bien puede dejar un mensaje después de la señal y en cuanto nos sea posible nos pondremos en contacto con usted. Gracias”. –Coño Juan, soy yo, ¿Qué clase de broma es esta?- No le dió para decir nada más. Colgó. Pero empezó a dudar de que se tratase de una macabra broma. ¿Cómo podría haberse puesto de acuerdo tanta gente para simular que todo el edificio en el que vivía no era tal y como lo recordaba?

Empezó a recapitular, tenía la cartera pero sin dinero, ni carnets, ni nada que pudiera identificarle. El edificio en el que creía vivir no era tal, y nadie le había reconocido, puede que entonces no fuera quien hasta el momento en el que recobró la consciencia en aquel lavabo creía ser. Entonces, ¿Quien coño era? Tenía en su memoria toda una vida que por lo visto no tenía nada que ver con la realidad, y no disponía de ninguna pista que le condujera hacía quien era. ¿Le habrían borrado la memoria, y le habrían insertado otra falsa para volverle loco? ¿Pero acaso eso mismo que estaba pensado no era de por si una locura? Había visto demasiadas películas de ciencia ficción. Cómo esperar allí sentado a la policía e irles con semejante cuento ¿Y si constaba en los archivos policiales como algún delincuente perseguido? Su imaginación empezaba a desbordarle, pero dados los recientes acontecimientos primero tenía que averiguar quien era.

Salió corriendo del portal a tiempo que veía girar al final de la calle un coche patrulla de la policía. La amenaza del energúmeno que le empujó había resultado cierta. Entonces, el simulacro de una ficticia suplantación de identidad podía descartarlo. Definitivamente aquella no era su casa.

Pensó que volver al bar donde al parecer había empezado todo podría ayudarle a esclarecer algo, pero como no tenía dinero, prefirió quedarse fuera, justo en la acera de enfrente. Se apoyó en la pared y empezó a repasar todos los número que contenía la agenda del móvil. Ninguno le resutaba familiar.

De repente, un hombre se detuvo junto a él, empezó a hablarle a una distancia demasiado corta como para tratarse de un desconocido, es evidente que mantenien algún tipo de relación, pero, ¿Cual podría ser su vínculo?

-¿Se puede saber qué haces aquí afuera con este frío?¿Y porqué tenías que citarme en el culo del mundo? Sabes que no me gusta el extrarradio, pero tranquilo, entiendo que toda precaución es poca.- Le observaba con desconfianza, pero intentando mantener la calma y aparentar cierto estado de normalidad, aunque su primer impulso había sido decirle que no tenía ni idea de quien narices era, había preferido esperar a ver qué le descubriría acerca de él aquel individuo.


Tú eliges:

A) El personaje se deja llevar por el desconocido hacía el bar, pues parece que se habían dado cita previamente en el aquel local. Sea quien sea, con toda la gente que había en él, puede sentirse seguro de que no le puede suceder nada malo y con la conversación puede obtener información.

B) El personaje sugiere ir a otro lugar más reservado, lo de toda precaución es poca le ha dado ha entender que su cita contiene un grado de clandestinidad por motivos que todavía no conoce y en el bar hay demasiada gente con los ojos puestos en él. Y por otra parte, su nuevo amigo puede que le conduzca hacía un nuevo escenario en el que pueda descubrir más cosas sobre si mismo.

jueves, 13 de noviembre de 2008

7

1.Linquea al que te ha tagueado y pon estas normas en tu blog.
2.Comparte 7 hechos sobre ti en tu blog, algunos al azar, otros curiosos.
3.Taguea a 7 personas al final de tu entrada dejando sus nombres y los enlaces a sus blogs.
4.Hazles saber que han sido tagueados dejando un comentario en sus blogs.
5.Si no tienes 7 amigos, o si alguno ya fue tagueado por otro, entonces busca a algún extraño insospechado.

Desde Sisterboy Drama se me taguea para seguir esta cadena. Leyendo las normas, tampoco me queda claro si los siete hechos deben guardar relación con los 7 pecados, o eso es como en los rumores, en los que la gente va añadiendo detalles que ya nada tienen que ver con la historia original, derivando en una nueva sin relación alguna con la original. El caso es que voy a aprovechar la idea de los pecados como punto de partida para explotar, una vez más mi vena exhibicionista, pues por más que nos neguemos, maldigamos, etc... al final nadie nos obliga a hacer esto. Bueno, en mi caso tengo ahora mismo a un extraño tipo apuntando con una pistola sobre mi cabeza, pero eso no me coacciona en absoluto, eh?

Vamos al tema pues:

1) PEREZA: El mayor de mis pecados, yo no pondré el veredicto, pues admito mi culpa en todos los estados. Podría pasarme días enteros retozando sin más. Incluso divertirme me causa pereza.

2) GULA: Lo único que no me causa pereza, comer aquello que me gusta, fundamentalmente dulces. No tengo medida. Quizás para un plato de verduras me parece tener el estómago lleno, pero luego me pones un pastel delante y este se convierte en un pozo sin fondo.

3) IRA: Mis arranques de ira me anulan, después recapacito, pero tal vez ya sea tarde por mi carácter impulsivo. Digamos que soy de aquellas personas que tienen un "mal pronto". No voy a echar más tierra sobre mi propio tejado, pero se de quienes podrían dar testimonio de ello.

4) LUJURIA: No seré yo quien ventile a los cuatro vientos mi lascivia, pero confieso que la pereza me puede una vez más, y tal vez peque de lujuriosa más de pensamiento que de acción.

5) SOBERBIA: ¿Soberbia YO? ¿Cómo alguien a quien en más de una ocasión acusan de infravalorarse puede pecar de arrogancia? Bueno, pues por contradictorio que suene, se puede. Lo peor de todo es ser un engreído sin méritos de qué presumir, pero he de admitir que, cuando estoy segura (que pocas veces ocurre) de que algo se me da bien, soy de lo más soberbia. Quizás ese punto de inseguridad que me caracteriza sea un mecanismo de defensa para que el resto de la humanidad no me deteste.

6) ENVIDIA: En la mayoría de ocasiones me alegro por los logros y las alegrías ajenas. No soy de las personas que sonríe y por dentro está que rabia, mientras le corroe la envidia, pero, ¿Quien no ha sentido envidia alguna vez? Sólo que lo manifiesto públicamente, pero eso no me hace menos "pecadora".

7) AVARICIA: El menor de mis pecados. Materialmente no soy avara, salvo si se trata de apoderarse de la porción de postre más grande, entonces soy capaz de sacar uñas y dientes, mis ojos voltean y salen de sus órbitas, siguiendo con la mirada cada uno de los movimientos de los comensales, y sin perder de vista el trozo deseado.

Bueno, después de esto, mi imagen seguro que ha quedado mucho más limpia de lo que ya estaba. En resumidas cuentas, soy un encanto de mujer. Algún día hablaremos de los comportamentos humanos en la más estricta intimidad, aquello de lo que nadie se atreve a confesarse pero que, cuando lo ve reflejado en lo ajeno se siente profundamente identificado. O tal vez no, existen fronteras las cuales mejor no traspasar.

Y ahí va la lista de tagueados:

Arual

Lena

Neo

Pilar M Clares

Canichu

Chico Gris

FMOP

No se me enfaden, no están obligados a seguir esta cadena, pero si deciden hacerlo, tengan en cuenta que pueden echar toda la imaginación que quieran en su enfoque.

Y para que llegar hasta aquí el post no os haya parecido una pérdida de tiempo... algo de música:

martes, 11 de noviembre de 2008

VI Parte

Despertó. Un fuerte olor a orina inundaba sus fosas nasales. Estaba empapado. Se estaba convirtiendo en una costumbre eso de quedarse inconsciente y recuperar la consciencia tumbado en el suelo sobre algún charco, sólo que esta vez se trataba de uno de meados. Echó un vistazo a su alrededor, el lugar le resultaba familiar. Había estado ahí con anterioridad. Se levantó y recuperó la compostura, el hedor era realmente espantoso. Con remilgo se desprendió de la chaqueta, la prenda de vestir que más mojada tenía. Se lavó la cara y se mojó el cabello peinándolo hacia atrás con sus dedos. Palpó sus bolsillos, aparentemente tenía todas sus pertenencias: cartera, llaves, móvil... ¡zapatos!
Salío de aquel infecto servicio. Al momento, aquellas piernas junto a la barra le recobraron el sentido, todavía estaba en el bar. Debía haber sufrido un desvanecimiento en el lavabo, explicando así el porqué estaba tirado en el suelo, pero ese sueño... parecía tan real... todavía sentía un dolor punzante en su nuca, aunque era normal, pudo haberse golpeado contra algo al caer.
La mujer de la barra salió del local acompañada por otra. Eso le parecía haberlo vivido.
Sacó la cartera para pagar su café, pero al abrirla comprobó que estaba vacía. No tenía dinero, sólo un cartón emulando un carnet de identidad, como los que hay cuando compras un billetero nuevo.
-La señora pagó su consumición- Le dijo el camarero que le miraba con recelo, giró la vista hacía la chaqueta que llevaba en la mano y que goteaba ligeramente. Volvió a clavar su mirada en sus ojos.
Los viejos de la partida de dominó habían detenido el juego. También le observaban con atención. Parecían pendientes, a la expectativa de algo. Aquello estaba resultando demasiado extraño. Por suerte, no tenía que vérselas dando explicaciones de porqué no llevaba dinero cuando creía haber salido de casa con 20 euros. Por no decir la falta de sus carnets y targetas.
Era de noche y no llovía, estaba aturdido y desconfiado, algo en su interior le llevó a tomar un camino distinto para acudir a su casa.
Cuando llegó al portal la puerta estaba abierta. Empezó a subir las escaleras. Cuando llegó al segundo piso miró hacía el 2ºA sintiendo un estremecimiento recorrer su cuerpo. Hubiera jurado que hacía pocos minutos estaba dentro de ese piso intentando llamar a la policía y siendo drogado por alguna sustancia desconocida. Se apresuró en la subida. Se detuvo frente a su puerta, pero al intentar introducir la llave no entraba. Al momento oyó ruido en el interior y como un hombre corpulento abría desde dentro de su propia casa.
-¿Qué está haciendo?- El robusto desconocido se dirigió hacía él como un energumeno empujándolo hasta golpear su espalda contra la otra puerta.
-Yo vivo aquí- Increpó.-¿Que coño está haciendo en mi casa?.
-Chalado, majareta. Ya te estás largando porque ya mismo estoy llamando a la policía.- Y cerró de un portazo.
-¡Eso! Tú llama, vamos a aclarar que mierdas está pasando aquí.
Bajó hasta el segundo piso, hecho una furia y mamporreó la puerta de la vieja. Una mujer con un niño de unos dos años en brazos le abrió. El recibidor no tenía en absoluto el aspecto en el que momentos previos él había estado. Perplejo, dió un paso atrás y miró el rótulo que indica la planta en la que estaba, no había equívoco, estaba en el segundo. No entendía nada de lo que estaba pasando.


Tú eliges:

A)Alucinado por los acontecimientos, espera en el rellano a que llegue la policía para aclarar el embrollo.

B)Recuerda que todavía tiene su móvil, lo saca de su bolsillo para llamar a su amigo Juan. No comprende la pesadilla que está viviendo.

domingo, 9 de noviembre de 2008

lunes, 3 de noviembre de 2008

V Parte

-¿Que desea?
-Hola, buenas tardes, verá, soy el vecino del tercero, y bueno, acaban de atacarme en plena calle, me han golpeado y robado. Necesito ayuda, necesito llamar por teléfono...
Mientras se explicaba, la mujer, que se había ocupado de abrir la puerta protegida con un seguro, inspeccionaba con la mirada de arriba abajo a aquel desconocido sin zapatos que le pedía auxilio frente a su puerta.
-Espere aquí.- Le dijo y cerró la puerta. Al cabo de un minuto volvió a abrirla y le tendió una toalla para que pudiera secarse.- Pensé que estaba de mudanza. Han estado toda la tarde subiendo y bajando muebles y cajas.
-¿Cómo?- Subió las escaleras de cuatro en cuatro escalones hasta alcanzar la siguiente planta. La vieja, ya más confiada, había quitado la cadena de seguridad y curioseaba entre el hueco de la escalera hacia arriba para ver si podía captar algo. La puerta, como era de esperar, estaba cerrada. Bajó de nuevo hasta el segundo piso.
-Déjeme llamar a la policía. Necesito entrar en mi casa.
-Claro, hombre, claro, tranquilo. No pasa nada, ya verá como todo se arregla.- Le hizo pasar hasta la sala de estar, y le indicó tomar asiento en un sillón junto a una mesita en donde tenía el teléfono- Usted mismo, voy a prepararle una infusión para que entre en calor mientras tanto.
La casa era vieja, fría y sombría. Las paredes, cubiertas por un enmohecido y desconchado papel estampado, clásico de los años 70, indicaban que hacía mucho tiempo que nadie se había ocupado del mantenimiento de aquella ruinosa vivienda, las cortinas estaban cerradas, confeccionadas por un tupido material similar al terciopelo, de un color verde oscuro, cubrían desde el techo al suelo impidiendo la entrada de luz natural. No daba crédito de como podía haber estado viviendo esos años sobre aquel apartamento siendo el suyo un loft confortable y moderno. Parecía que entre las dos casas hubiera entre ellas 50 años de diferencia, y sólo les separaba un tramo de escaleras.
La mujer entró en la habitación portando una bandeja con los bártulos propios de una sesión de té. La depositó sobre la mesa que había enfrente y ella se acomodó en un costado del sofá junto al butacón de su inesperado invitado. Le sirvió una taza, y se la acercó, alargando sus flacas y huesudas manos.
-Debería quitarse esa ropa mojada, le iré a buscar algo para que pueda ponerse. Espero que no le importe que sea de mi difunto marido, estoy segura que le vendrá bien.
Sonó el timbre. Qué rápido han venido, pensó. La mujer fue hasta el recibidor, mientras,
al levantarse empezó a sentir un mareo, la visión borrosa, todo le daba vueltas. Oyó en la lejanía, cada vez más confuso, el diálogo entre susurros de varias personas, le pareció distinguir en el murmullo la voz de la vecina y un par de hombres. Hemos venido todo lo rápido que hemos podido... Vengan... está dentro, todavía no le ha hecho efecto.
..

Tú eliges:

A) Esos hombres tienen algo que ver con la agresión que ha sufrido en la calle. La vieja, no cabe decir que está metida en el ajo. Pero, ¿Cuales son los motivos para semejante ataque?
B) Nuestro protagonista es un esquizofrénico. ¿Qué es real y que no lo es? ¿Que implicación tiene en su vida esa mujer?

lunes, 27 de octubre de 2008

IV Parte

Se levantó y empezó a andar. Las aceras todavía estaban mojadas, pero por lo menos la lluvia había cesado. Tenía los calcetines chorreando, calados hasta los pies. Desprotegido por el refugio que supone el calzado, percibía la irregularidad del suelo, por llano que pareciera el camino, no era liso por completo, las cenefas grabadas en las losetas facilitaban la incrustación en estas de gravilla y otras piedrecillas clavándosele en las plantas de los pies.

Por suerte vivía a pocas manzanas de allí. Cuando llegó al portal de su casa se percató que no llevaba consigo las llaves. Tal vez se le habían caído en el callejón, o quizás se las habían robado junto a la cartera, los zapatos, el reloj y el móvil. Estaba aturdido, no podía pensar con claridad. Necesitaba una ducha y ponerse ropa limpia y seca. Sobretodo entrar en calor. Llevaba demasiado tiempo con los pies empapados, el frío se había apoderado de sus huesos. Empezaba a temblar. No podía más. Volver sobre sus pasos a la búsqueda de las llaves con la posibilidad de no encontrarlas, le parecía un esfuerzo el cual no se veía capacitado para hacer dado su estado. Necesitaba entrar en casa. Después ya acudiría a la policía. Debía llamar a Teresa, la mujer que dos días por semana limpiaba su casa, era la única persona que disponía de una copia de sus llaves. Un hombre de mediana edad pasó a su lado -¿Perdone, tiene una moneda para llamar por teléfono?- Con una mirada de menosprecio e incredulidad, el hombre le increpó –Anda y búscate un trabajo, ¡Sinvergüenza!- De todos modos, tampoco recordaba el número de memoria. Lo mejor iba a ser llamar a la policía. Pero no podía dar un paso más.

Decidió pedir ayuda a alguno de sus vecinos. La puerta principal estaba entreabierta. Era un edificio de cuatro plantas sin ascensor, de dos puertas por rellano. hacía cuatro años que se había trasladado y no conocía a todos los habitantes del bloque, de hecho, prácticamente no cruzaba palabra con los que se topaba por las escaleras, musitando algún buenos días o buenas tardes, dependiendo del momento del día. En el primer piso, uno de los apartamentos parecía desocupado, nunca entraba ni salía nadie. En el de enfrente, una placa anunciaba un despacho de abogados. Era sábado, con lo que era problable que no hubiera nadie. Vivía en el 3ºB. Subió hasta el segundo piso. llamó al timbre del apartamento que compartían tres estudiantes, pero nadie abrió la puerta. Aprovechando el fin de semana deberían haber ido a sus respectivos hogares paternos. Le quedaba el 2ºA, propiedad de una vieja de aspecto huraño que apenas salía y miraba através de la mirilla cada vez que oía movimiento por la escalera, o bien subir a probar suerte y acudir a la puerta de la pareja con quien compartía rellano. No tenía ganas de subir hasta la cuarta planta, ni el joven músico que a falta de talento se ganaba la vida impartiendo clases de piano, ni la familia Hurtado, con sus hijos de 4 y 7 años, descendientes directos del mismísimo satanás, le inspiraban simpatía. Pero no estaba en disposición de escoger. Necesitaba ayuda, y la necesitaba con urgencia.

Su índice derecho presionó el timbre. Después de unos segundos, se oyeron unos pasos que se acercaban tras la puerta, abriéndose lentamente.


¿A que puerta ha llamado?

A) La de la vieja huraña del 2ºA.

B) La de la pareja del 3ºA.

jueves, 23 de octubre de 2008

El regreso (Vozvrashcheniye)

¿Qué se espera de un padre ausente que regresa al cabo de 12 años? Ante esta pregunta, la que me hago como espectadora de lo que el film me está mostrando, me fijo atentamente en las reacciones de ambos chavales sobre los que gira la historia.
El regreso, tal y como se titula esta película, se detiene en la vida de dos hermanos que hasta la fecha han vivido con su madre y su abuela. Una primera escena nos permite entreveer las personalidades de cada uno de ellos, Andrei, el mayor, sumiso y enrolado a las convenciones sociales por encajar en un grupo determinado y acatar las reglas, busca la aceptación y así será durante el resto de la narrativa respecto a la figura de su recién aparecido padre. Iván, el pequeño, por el contrario, atemorizado tanto por las acciones a las que se ve obligado a participar, como las consecuencias que conlleva el no querer hacerlo. Se muestra rebelde y enojado, opta quedarse inmóvil, semidesnudo, en lo alto de una torre por no querer saltar al agua desde tal altura, antes que bajar y tener que soportar las burlas de los demás increpándole por su supuesta cobardía. Sin embargo, no dudará en lanzarse sobre su propio hermano mayor y en correspondencia más fuerte físicamente, para defenderse de tales ataques. Y así, en una sola escena, nos enmarca como será la relación del pequeño Iván con su padre.
Una tarde al llegar a casa, su madre les anuncia el retorno de su padre, del cual sólo guardan el recuerdo por una antigua fotografía de familia, tomada poco antes de que éste partiera. Ahí empieza este viaje entre el padre y sus hijos. Tanto físico, como emocional. Un supuesto fin de semana de pesca para conocerse mejor y recuperar el tiempo perdido. Mientras Andrei así lo ve, cargado de ilusión y optimismo, valorando en ello una oportunidad de vivir experiencias con un padre al que le muestra obedencia, acatando sus órdenes y sin cuestionar su rudo carácter; Iván no acaba de verlo claro, la frialdad del padre, su postura distante y autoritaria le hacen mostrarse testarudo y desconfiado, se pregunta, de hecho llega a preguntar a su progenitor, porqué les abandonó, porqué ha vuelto con ellos y porqué les lleva de excursión cuando todo parece indicar que no les necesita y son una molestia para él. Pero todas estas preguntas quedan sin respuesta, o por lo menos no hay respuesta evidente con palabras directas del personaje, a través de los acontecimientos, el espectador puede llegar a sus propias conclusiones, pero tampoco creo que dar respuesta entre dentro de las pretensiones del director.
La figura del padre como modelo a seguir es un mito que estos dos chicos ven derrumbarse a medida que van pasando los días en compañía de este, sin embargo, y tal y como evolucionan los hechos, contemplaremos que, recuperan el sentido que le daban a la figura paterna hacía el final, una escena junto a la orilla de la playa que a más de uno estoy segura habrá provocado escalofríos ¿Qué están pensando Andrei e Iván mientras miran hacia el mar?. Es probable que el padre se haya visto obligado a verlos de nuevo, las llamadas telefónicas, los cambios de planes a medio viaje, la visita de “negocios” al muelle, hacen intuir que tiene otras preferencias antes que sus hijos. Pero tampoco podemos ni debemos deshumanizar al personaje, precisamente, la complejidad sentimental que se desprende por la falta de demostraciones evita que caigamos en errores de juicio; no sabemos el motivo real de la visita a la isla, sin embargo, parece estar empeñado en hacer de sus hijos unos hombres fuertes y valientes, tal vez lo único que haya conocido él para sobrevivir en un ambiente sórdido y adverso.
Hay escenas en las que realmente te hace sufrir. Sin embargo, al final del viaje, regresarán a casa unos niños que ya han dejado en parte de serlo, han evolucionado un paso hacía la madurez y no es obra de otro que de su padre. Quizá no fuera el camino correcto, la vía menos apropiada para convertirlos en individuos adultos. Pero es lo que hay. Durante toda la película se palpa la tensión de lo inminente, una explosión que haga que reviente toda esa contensión emocional que arrastran, los episodios de lluvia intermitente facilitan dicha ambientación.
Destaco la fotografía, que ofrece con sus amplias visiones paisajisticas la sensación de estar sumergidos en un inmenso y hostil mundo al que hay que sortear para sobrevivir, las tonalidades azules y grises que evocan la lejanía y la frialdad entre esas relaciones que se hacen difíciles de crear por la carencia de afecto que les muestra el padre.
Finalmente, el repaso fotográfico que han tomado (y las pocas que podían guardar de la infancia que compartieron con su padre) me parece magistral. Imágenes para el recuerdo, ilusiones de una semana vivida con total felicidad, (un dato curioso es que de las del viaje no aparece en ninguna de ellas el padre), pero el recuerdo de lo realmente transcurrido y que no queda reflejado en las fotos, quedará clavado en su memoria, y lo que más me estremece es entender que, por más que nos guste retratar los momentos bellos (nadie hace fotos en momentos de desgracia), lo que resurgirá con el tiempo, es todo aquello que quisimos permanecer oculto, olvidado, lo que no aparece en las imágenes e inevitablemente, nos transporta allí.









He de reconocer que, para cuando mi pareja (sin el cual no hubiese podido disfrutar ni del 90% de las películas tan interesantes que he visto en los últimos años)me dió a conocer esta película, y teniéndola ya en mi poder, he tardado mucho en verla. Hay películas que al saber de la trama, el director, los actores... no se, una serie de factores, hacen que te entren las ganas inmediatamente por visionarla. Otras no. Por lo menos así mí me sucede. Y sí, he de admitir que, en cierta forma me obligo a verlas, porque el primer impulso sería relegarlas al fondo de un cajón por ser aparentemente un peñazo. Cuando encima, para colmo de mi estupidez, me acaban gustando, y mucho.
Personalmente me cuesta pensar, que no divagar. Hay momentos en lo que lo último que te apetece es ver algo profundo, por no decir pesado, pues caé sobre tu mente como una gran losa a la que hay que ir desmenuzando para poder trasladar de un lado a otro. Hacer un acto de reflexión me supone un esfuerzo, supongo que como a todo el mundo, pero imagino que habrá quien tenga más predisposición y a quien le cueste más. A mí me cuesta. Si añadimos mi más que destacable pereza (*), concluyo que, aprender, descubrir y comprender, por más que me guste, no me resulta fácil. Siento un tremenda envidia por quienes no tienen dificultad en esto. Así pues, a falta de disponer de esa habilidad natural, no tengo otra alternativa que desarrollarla si pretendo alcanzar mis objetivos.

(*) ¿Autoanálisis o pretexto?:
¿Qué evita que la gente logre siquiera alcanzar su verdadero potencial? La respuesta a eso puede estar en la siguiente pregunta. ¿Cuál es la característica humana más universal?¿El temor o la pereza? (Fragmento del film “Waking Life” )

lunes, 20 de octubre de 2008

III Parte

No sabía en qué momento había dejado de escuchar a aquella tediosa mujer, su mente divagó por sus propios recuerdos. Nunca le dijo que había otra persona, para cuando la aventura tocaba a su fín lo descubrió, entonces ella le reprochó haberle engañado. No preguntaste, se limitó a decir. Y una bofetada dió por zanjado tres meses de devaneo. Mal asunto tener amantes, rumiaba mientras se acariciaba la mejilla al recordar. Al principio es excitante, sin reglas, ni restricciones, sin reclamaciones estúpidas, el sexo por el sexo, dos cuerpos calientes que consuman por el mero placer de follar. No hay presión, sin promesas, sin futuro... Y es por esto que falla, porque una de las partes no acaba de entenderlo y pide más.

Se disculpó y fue al baño. Olía a uno de esos ambientadores baratos que en lugar de camuflar los malos olores se mezclan con ellos haciendo el hedor todavía más pestilente. Un único fluorescente colgado sobre el espejo iluminaba el lugar, su sonido grave y constante y la luz parpadeante anunciaban su inminente fundido. Alrededor del urinario el suelo estaba encharcado por otros meados, para no pisarlos, y debido a la distancia que le separaba de este, contribuyó a su expansión. Fue a parar más fuera que dentro, no sin dejar de entretenerse dibujando círculos, con su imponente chorro, en la pared alicatada. Se lavó las manos, como el dispensador de toallas de papel estaba vacío se las secó frotándolas en el pantalón.

Al salir vió a la mujer de espaldas, con un pie ya en la calle, le acompañaba otra mujer. Esperaba que el detective fuera un hombre. prejuicios. Pensó. Pagó y se marchó de aquel tugurio, todavía no sabía muy bien qué le había impulsado a entrar.

Empezaba a llover. No le gustaba mojarse, pero también detestaba la forma que tiene la mayoría de la gente de echar a correr medio encogida bajo la lluvia como si de ácido en lugar de agua se tratara.

Se resguardó bajo un portal esperando a que el aguacero cesara. Encendió un cigarrillo. –¿Tienes algo suelto?- Le preguntó una mujer esbozando una desdentada y podrida sonrisa. Arrastraba un carro de supermercado. Iba calada hasta los huesos, sin embargo llevaba bien protegido el contenido del carro bajo una gruesa lona impermeable. Hizo ademán con ambas manos de mostrar los bolsillos vacíos de su abrigo. –Bueno, pues dame uno de esos- Sugirió señalando con un gesto facial el pitillo que se estaba fumando y continuó hablando sola- Espero que no te moleste que me lo fume aquí. Con este tiempo si sigo caminando no va a durarme seco ni dos pipadas.

Sin cruzar palabra se alejó. No soportaba la miseria, la pobreza, en cualquiera de su manifestaciones le repudiaba. Prefería mantenerse lo más distante posible. Hacía tiempo que había dejado de ver los telediarios mientras comía. Aquellos niños hambrientos, desnutridos, que tanto gusta mostrar a los medios, le provocaban retortijones. No por lástima, si no porque todas aquellas imágenes le retorcían el estómago, revolviéndole la comida, le daba asco y no podía seguir comiendo. En la ciudad se concentraban una gran cantidad de vagabundos, purria mendigando a los transeuntes, asaltándoles con sus desgracias y dormitando en lugares públicos, implorando por una limosna. Ya pagaba sus impuestos, que el gobierno hiciera el resto.

De repente sintió un fuerte golpe en la cabeza, cayendo por el impacto al suelo, perdiendo la conciencia.

Despertó tumbado boca arriba en un callejón. Había perdido la noción del tiempo. No podía saber con exactitud el rato que había transcurrido, su reloj de pulsera ya no estaba en su muñeca. Tampoco tenía zapatos. Al intentar incorporarse notó un punzante dolor en la parte trasera de su cabeza. Pasó sus dedos sintiéndola húmeda y fría, al mirarse la mano vió que estaba llena de sangre. ¿Qué coño estaba haciendo allí?


¿Cómo prefieres que continúe?


A) Se levanta y va por su propio pie hasta su casa.

B) Alguien le socorre y llama a una ambulancia, que lo traslada al hospital.

domingo, 19 de octubre de 2008

jueves, 16 de octubre de 2008

The Stand Ins, nuevo álbum de Okkervil River

Tiempo atrás ya hablé en este blog de los Okkervil River cuando los descubrí por casualidad, esas cosas que tiene internet, te pones a buscar una cosa y acabas por descubrir nuevos rincones que ni pretendiendo lo hubieras podido encontrar.
Así descubrí este grupo clasificado como folk indie rock americano, un día estaba buscando imágenes que el color predominante fuera el rojo para un post, que curiosamente ni llegué a publicar, y en estas que poniendo la palabra Red en el buscador entre otras, aparecí en una página que linkaba la canción de mismo título que pertence al disco Don´t fall in love with everyone you see. El nombre de por si ya es sugerente, escuchar la canción me motivó a seguir indagando sobre el grupo, así que visité su web y empecé a engancharme cada vez más a medida que escuchaba canción tras canción Westfall, Okkervil River Song... hasta llegar a Happy hearts, apogeo total. Otros discos por escuchar, en Black Sheep Boy incluyen el tema For Real, que no podía dejar de escuchar al descubrirlo, o la melancólica A Glow. Así como A Favor, que encabeza el álbum Sleep and Wake-Up Songs.
El año pasado sacaron nuevo disco The Stage Names. Redondo, brillante, consolidando la carrera imparable de estos chicos que, espero no me falle mi intuición, viven de esto de la música porque les sale de dentro, no buscan notoriedad, fama ni formar parte de las lista número uno de las principales corrientes comerciales. En The Stage Names, no hay un sólo tema que puedas decir que te deja indiferente, desde su single Our life is not a movie or maybe pasando por la youtubeada A Girl in Port, Plus Ones y con un final culminante con John Allyn Smith sails. Enorme reto el de los chicos de Austin para no bajar el listón con The Stand Ins, su último trabajo, y por lo que he leído, lo que debería haber formado un disco doble con el anterior.
Estos útlimos días estoy escuchándolo, y si en un primer momento parece bajar un poco esa calidad tan conseguida en su predecesor, poco a poco vas descubriendo su talento el cual confirma su merecido reconocimento, extendido ya por todas las webs musicales.


Lost Coastlines

Puedes escuchar otras canciones por Youtube o en su MySpace.

martes, 14 de octubre de 2008

paethothos esquizoide

He vuelto a soñar contigo. Otra de esas vidas que no viviré. No por lo menos en este plano espacio-temporal que percibo como existencia. Aunque me pregunto cuánto de realidad tienen los sueños. Si no es vivir también esos mundos paralelos que habitamos en esas otras dimensiones. Cierro los ojos y veo tu rostro. Y al abrirlos despierto de nuevo en esta pesadilla de la que tantas veces deseo huir, pero quedo atrapada por mi incapacidad a volar. Las tortugas no vuelan. Pero en mis sueños tampoco hay sabores ni olores a los que poder aferrarme como a algo familiar, sólo una sucesión de imágenes inconnexas, desordenadas, caóticas, en apariencia sinsentido, pero que son indicadores de hacía donde debo avanzar. Va más allá de la estupidez de pretender analizar los sueños, la reacción-respuesta de un acontecimiento. Pasado, presente, futuro. No existe el tiempo, los síntomas, las evidencias, constatan una evolución. Tantas veces hacía ningún sitio.La imagen de aquella niña, ¿a dónde fue a parar? A ningún lado. Se desintegró. Y la memoria la rescata, pero queda prisionera de los recuerdos.

Y esto es lo que sucede cuando me obligas a pensar, que debo enfretarme a mis miedos.



sábado, 11 de octubre de 2008

II Parte

-¿Tienes fuego?- El chico que había sacado tabaco le preguntó a la mujer sentada en la barra mientras abría el paquete.

Podría haberse dirigido a su mesa, le quedaba más cerca de la máquina expendedora, además de tener sobre esta una cajetilla y un encendedor, sin embargo había preferido pedírselo a la dama de piernas largas y bien torneadas que lucía gracias a su escasa falda.

-Sólo si me invitas a fumar- Respondió a la vez que apagaba contra el cenicero el cigarrillo que estaba a punto de consumirse. Como en una película de cine negro, la misteriosa mujer había resultado ser una femme fatal. pero el joven no parecía tener ganas de entrar en el juego de la seducción. O tal vez no le interesaban las mujeres maduras, rondaría los cuarenta. Le ofreció un pitillo y después de prender el suyo desapareció.

Se levantó de su asiento para acercarse a la barra y pedir al camarero un café, en vistas que en el tiempo que llevaba allí nadie le había servido.

-Todos los hombres son iguales- Resopló la mujer de la minifalda – Te colman de atenciones hasta que consiguen lo que quieren, y después ya nada vuelve a ser lo mismo – Y volvió a mirar compulsivamente su reloj de pulsera.

- Al parecer al que espera se le ha pasado el tiempo de las atenciones- Le dijo sin pensar.

La cuarentona le miró con una mezcla de curiosidad y desaire – Supongo que esa es la impresión que debo causar. Pero la realidad no es tan obvia. Perdone que le diga.

-¡Oh, no, disculpe si le he ofendido! No pretendía...

- No pasa nada. No hay de que disculparse. Hay varias varias cosas que se ven a la distancia. Entre ellas destacan el miedo y la desesperación, y yo no estoy tan lejos de ninguna de ellas.

- Si hay algo que pueda hacer para ayudarle.

- Puede acompañarme mientras no llega la persona que espero. Las esperas se me hacen terriblemente insoportables.

- Bien, pero le advierto que no soy muy buena compañía. No se me da bien dar conversación.

- No importa. Eso es lo de menos. Si quiero le cuento una historia. Si sólo tiene que escuchar le resultará más fácil.

- Perfecto.

- Veamos pués. Sitúese en una familia acomodada de clase alta, hija única en la que sus padres han depositado grandes perspectivas de futuro, una gran ambición para que sea esta la que siga manteniendo el legado familiar. Múltiples negocios, en fín, se puede usted imaginar. La presión es cada vez mayor. Ha iniciado estudios de económicas y empresariales por petición paterna, pese a que lo que a ella siempre le ha gustado ha sido pintar. Como es buena chica y progresa adecuadamente en la carrera, se le premia con poder asistir a un curso de verano en una de las escuelas de arte más prestigiosas de París. Allí se rodea de artistas y gente de la cultura que le hacen vivir los días más maravillosos de su vida. La vida bohemia, con dinero, a pesar de estar mal considerada, siempre fue infinitamente mejor y más agradecida. El caso es que la muchacha se enamora. Decide encararse a sus padres. Hacerles entender lo que realmente quiere. Explorar al máximo su faceta artística. Vivir intensamente su amor, tanto por la pintura, como por el chico al que acaba de conocer, también pintor. Renunciar a su herencia si es necesario... Pero su amante le convence de lo contrario. Le instiga a terminar su formación universitaria, alternando la pintura en sus ratos libres, él cree que va a ser lo mejor para ella. Y así lo hace.

Viven veinte años de amor incondicional, en los que ella ha tomado el camino de hacerse cargo de los negocios familiares, los cuales requieren tanta dedicación que la pintura, su verdadera vocación no sólo ha pasado a un segundo plano, ha quedada encerrada en un estudio al que sólo le queda tiempo de frecuentar un par de veces al mes. Estudio en el que sí pasa la mayor parte del tiempo su esposo, el que sin oficio ni beneficio se ha permitido vivir todos estos años de la fortuna de ella, pues su obra no es sólo un fracaso, es tan pésima que para poder exponer incluso tiene que pagar. No obstante, ella jamás se lo recriminó, había puesto su fe y confianza en él, le creía un ser lleno de talento, y principios y ante todo respeto hacía ella. Hasta que una mañana, de esas en las que ella puede pasar un rato en el estudio, descubre evidencias de una actividad sexual en la que ella, claramente, no ha participado. Ella calla, no pregunta, reflexiona y asimila los acontecimientos. Y decide investigar a su marido a través de un detective privado después de saber que a nadie más le ha dejado las llaves del apartamento.

Resumiendo, la triste y patética historia de una mujer que descubre que su vida ha sido una farsa. Se siente traicionada, frustrada, deprimida. Así que se equivocó respecto al hombre que espero. Hoy voy a saber con quien se ha acostado mi marido.



Si quieres saber cómo se desarrolla la historia de la pobre cornuda y que nuestro personaje siga con ella, elige la opción A.


Si estás harto/a de tanto melodrama de telenovela barata, y pasar a otra cosa, elige la opción B.

lunes, 6 de octubre de 2008

Restauración

Para romper el maleficio del 7 y actualizar este blog moribundo antes de que se cumpla un mes (otra vez) sin haber dado señales de existencia por parte de su autora, propongo un ejercicio que me mantendrá en cierta actividad (un tanto obligada por mi parte, pues debo sacudirme las pulgas antes de que me acostumbre a este picor) He empezado un relato mediante la escritura automática, como es habitual en mí (y poco reflexiva por motivos obvios que se delatan al leer el qué y cómo escribo... en fin, es un mero divertimento, así que las críticas sobran) Llegado a un punto en el que la historia empieza a tomar las riendas de su devenir he preferido marcar el punto y aparte para dejar en manos del lector la elección de cómo debe continuar.
Dicho esto, empieza la historia:


Ese día notó que el otoño había llegado. Atrás quedaba el verano, las ganas de pasear por la noche y el calor del sol que sentía sobre su piel. Lo primero que rescató del fondo del armario fue una ligera bufanda para cubrirse el cuello. Solía acatarrarse con facilidad y no tenía intención de pasarse gran parte del invierno arrastrando el pañuelo de un bolsillo a otro, lo engorroso que le resultaba andar estornudando a cada paso y la incomodidad que le causaba la congestión nasal permanente que sufría una vez empezaba con un resfriado, del cual ya no se desprendía hasta bien entrada la primavera, y que luego enlazaba con la alergía que le producía el polen. Cuando llegaba el frío se lamentaba de haber estado maldiciendo las elevadas temperaturas a las que los meses anteriores el clima le había sometido. Parecía no estar nunca conforme a lo que en cada momento le tocaba vivir. Independientemente del tiempo que hiciera, ese malestar podía trasladarse a cualquer aspecto de su existencia. El estado de queja era lo único que resultaba permanente, inmutable y tristemente estable en su patética vida.
Los acontecimientos se sucedían unos a otros sin prácticamente tiempo de disfrutarlos, para cuando cerraba una etapa ya estaba añorándola apreciando entonces lo que irremediablemente no podía rescatar. Se borraban sobre sus pasos las huellas del pasado como si por la orilla del mar anduviera. Luego echaba la vista atrás para rememorar y visualizar desde la imaginación su recorrido. Pero, ¿Era real lo que veía? Lo único tangible era lo que tenía ante sus ojos y en la mayoría de las ocasiones prefería no ver más allá para no caer en un abismo. Era tal el vértigo que le sobrepasaba que tan sólo se permitía alcanzar con la mirada lo que llegaba hasta la punta de sus dedos extendiendo los brazos al frente o hacía sus lados.

Entró en un bar. El olor a café recién molido inundó sus fosas nasales. El sonido de la tragaperras del fondo no cesaba de martillear en su cabeza con la insoportable musiquita. El camarero replicaba los platos y las cucharillas de una forma escandalosa. Mientras, el televisor retransmitía un partido de poca importancia de lo que parecía ser el principio de temporada de liga. Cuatro viejos aporreaban la mesa con sus fichas de dominó al fondo, fumando cigarros y bebiendo carajillos. En la barra una mujer esperaba con impaciencia, miraba su reloj de pulsera cada veinte segundos alternando con el reloj de pared que presidía el local, justo sobre la máquina expendedora de tabaco al que un joven, con aires de estudiante, introducía unas cuantas monedas para hacerse con un paquete de camel. Se preguntaba qué hacía allí. Sentado en aquella mesa junto a la ventana para así ver pasar la gente mientras hojeaba un diario por no parecer demasiado solitario, sin prestar demasiada atención a lo que había escrito, podría haberse tratado del periódico de cualquier día, de cualquier año. Las noticias siempre eran las mismas. ¿Qué coño estaba haciendo allí?



El personaje puede:

A)Entablar una conversación con alguno de los personajes descritos en la escena.

B)Salir del local y dirigirse a otro lugar.

domingo, 7 de septiembre de 2008

jueves, 7 de agosto de 2008

No mata la calidad si no la cantidad

En demasía lo bueno se hace malo,
la píldora veneno
y vicio la caricia;

sabes de todo un poco y vas al cine,
sabes de todo mucho y te suicidas.

Mucha vida (cien años) es la muerte
-se hace malo lo bueno en demasía-.
La soledad, es ese gran espejo
donde acabas por verte monstruoso;

el silencio la tuerca en el oído
que se te va ajustando al agujero,
demasiado silencio es igual que una bomba
y demasiado amor es igual que un entierro.

Gloria Fuertes

Islaja

De silencios y vocingleros



Acabo de leer, supongo que de una forma retórica, a alguien que preguntaba porque la gente le tiene tanto miedo al silencio. Yo, que de por sí puedo considerme una persona de lo más parlanchina (no me gusta esta palabra, denota un sentido peyorativo, pero que muy a mi pesar debo atribuirme para ser honestos), en la mayoría de las conversaciones que tengo que escuchar/sufrir preferiría un mayor uso del silencio.
La mayoría de las personas tienen una extraña necesidad de rellenar el espacio con palabras, las cuales en su conjunto, suelen formar discursos de lo más prescindibles. Si no tienes nada realmente interesante que aportar resultaría conveniente mantener la boca cerrada. Y eso es lo que vengo haciendo desde hace un tiempo.
Del 60% de una conversación, un individuo habla sobre aspectos de su persona o vida que no son relevantes para su interlocutor ¿Qué te hace pensar que me interesan los problemas que puedas tener en el trabajo? A no ser que, como persona, por proximidad o cariño me interese comprender la causa de tus estados anímicos o reacciones, pero si ni eso resulta de mi incumbencia, ¿Para que me lo cuentas? Un 30% podría referirse a cotilleos de mayor o menor repercusión social, desde los chismes del famoseo y celebridades a las no menos comentadas experiencias de vecinos, amigos y/o conocidos comunes o no, lo cual todavía lo considero de mayor gravedad. Sólo un 10% podríamos pensar que puede tener cierto grado de interés, y básicamente se reduce al intercambio de conocimientos y opiniones que hagan reflexionar a uno mismo.

Aun así, no pretendo parecer quisquillosa y dar una idea equivocada de mi relación con los seres de mi entorno. Soy la primera a la que, en un momento dado, por poner un ejemplo, la información básica de los motivos de la separación conyugal de mi prima la perfecta suponga dejar de lado toda actividad que estuviera realizando para prestarle mi absoluta atención. Y con esto, tampoco espero que, durante un obligado tiempo y espacio compartido durante la traslación en un habitáculo de metroxmetro llamado más comunmente por el sustantivo Ascensor, mi acompañante me explicara el fenómeno natural por el que se desencadenan las repentinas tormentas de verano, por aquello de darle mayor utilidad a la clásica conversación sobre el tiempo...

Tan sólo reivindico el derecho a disfrutar del silencio, aun en compañía de otros. Y cedo el derecho a quienes consideren que sí es fundamental todo cuanto pronuncian de seguir haciéndolo, eso sí, comprenderan que, llegados a un punto, les espete con toda la educación posible un vociferante: ¡Porqué no te callas!

viernes, 18 de julio de 2008

Paso a paso

Las cinco fases según la Dra Klüber-Ross que todo moribundo atraviesa durante el proceso de enfermedad que le conduce hacía la muerte son: Negación, ira, negociación, depresión y aceptación. También pueden aplicarse en otras situaciones traumáticas que nos depara la vida, es interesante saber identificar en qué estado nos encontramos en cada momento para superar el trauma.

El resentimiento no es bueno, nada bueno, y uno debe hacer todo lo posible por desprenderse de él, pero ¿Cómo? No es fácil cuando tratas de olvidar y, una y otra vez, por azar o circunstancias vuelven a ti las heridas que intentas cicatrizar.

Hoy he entendido que una manera de limpiarse esa lacra del despecho, que impregna más allá de tu piel, es no dándole rienda suelta; mirar directamente allá donde más duele y decir: Paso de esto. No quiero este sentimiento en mí. Por difícil que se nos haga, al final tenemos que terminar por enfrentarnos a nuestros demonios. Después, alegremente, mirar hacia otro lado porque, afortunadamente, en la vida existen multitud de caminos que podemos tomar.

A priori parece sencillo, se podría pensar: ¿Y has tardado mucho para llegar a esa simpleza de resolución? Pues sí. Y ha sido como una explosión que estalla de repente, sin pretensión ni previo aviso. Estaba al borde de caer en el rencor, en tomar una actitud corrosiva, cuando un impulso superior me ha alejado de, algunos podrían decir, de mi propia naturaleza, y me he sentido bien. Ya es casualidad que en ese mismo instante un músico en la calle empezara a hacer sonar a ritmo de saxofón esta canción.

lunes, 7 de julio de 2008

Maldad

La desconfianza, las cosas mal hechas, la maldad humana (tan intrínseca en todos nosotros), el haz tu bien y no mires por quien... Estamos rodeados. Definitivamente creo que padezco una paranoia del tipo persecutorio, luego, en momentos de mayor lucidez, recapacito y veo que no solamente soy yo la única perseguida. Trotamos al acecho de unos contra otros, de unos por otros, bien no viene a ser lo mismo, con lo fácil que podría ser el vive y deja vivir (bien, sin concesiones ni actitudes de perdonavidas), pero nos mueven los intereses. Los malditos intereses siempre tan definidos con su nota en mayúsculas de lo personal. Motivos no nos faltan, nadie puede penetrar con totalidad en ninguna mente humana, incluso en ocasiones, ni en la propia. Estamos condenados a la duda. Que por otra parte, a veces, no deja de ser una bendición. Pero trato de hallar respuesta a una pregunta, hay que dirá pueril, sí, ¿Es necesario para tu beneficio mi perjuicio?

sábado, 28 de junio de 2008

¿Vacaciones de verano?



Bueno pues para mí hoy mi vida termina, al contrario de lo que dice la canción, y siguiendo mi línea positiva de encarar la vida, los días de playa han terminado, por lo menos en su primera fase de estas vacaciones de verano. Y es que, con hijos uno tiene que hacer verdaderas peripecias para organizarse el largo y tedioso verano. ¡Tres meses! Ni un día más ni uno menos hay que encajar con malabares en el calendario para poder compaginar el famoso binómio vida laboral y familiar. Por el momento, ya he completado 10 de los 30 días de vacaciones que mi convenio marca, los otros 20, los dejo para el mes de agosto. El que la escuela termine a mediados de junio y no se retome hasta mediados de septiembre no facilita las cosas a las familias (estén formadas de la forma que sea), y si la economía familiar no acompaña, la hazaña aumenta el grado de dificultad. Por lo menos, tengo el soporte de familia y amigos que me hacen más llevadera esta árdua tarea. Junto a 3’15 hemos podido disfrutar de una semana en casa de su padrino en Mallorca. Ahora estamos ultimando los preparativos para los casales del mes de julio. Como decía, no son precisamente baratos y luego pocos recursos te quedan para ir a la playa, salir a tomar algún helado y esas cosas que necesitas hacer para rellenar las horas sin que llegueis a mataros entre el bochornoso clima y el aburrimiento. Y es que todo cuesta dinero. Dinero, dinero, dinero. Ya puedes ser el rey de la logística y la elaboración de planes de mínimo coste, que el dinero se desvanece sin darse cuenta.
Cuando llega el verano me cuestiono porque no me podría trasladar a vivir a algún lugar costero y así tener solucionada una importante parte para cubrir las actividades veraniegas: Los agradecidos baños en la playa. Y es que, viviendo en una ciudad interior, te queda la opción de ir a la piscina, pero, no es lo mismo, no es lo mismo. No es igual saber que la gente se mea en el mar (es grande, existen las corrientes y parece que todo se descompone a una velocidad vertiginosa) que en un espacio de aguas estancadas, por más cloro que haya, aunque cuando he dicho que todo se descompone, no incluía los condones, las compresas y otras delicias que te llegas a encontrar en las maravillosas aguas marinas, por favor, si alguno/a de los responsables de que estos diversos objetos vayan a parar al mar está leyendo esto que tome conciencia y le pido, desde aquí, que deje de ser tan GUARRO/A. Y adiós a los juegos con las olas, aunque te libras de la engorrosa arena, que tres días después, todavía aparece por todos lados, por más que te duches, no creais que pasaba por alto ese detalle, si algo hago varias veces al día en verano es ducharme, también desde este aquí solicito a la mayoría de las personas que se ven en la obligación de viajar en transporte público que practiquen esta agradable actividad, por el bien de todos. Sabemos que el sudor es algo natural, lo que no lo es tanto es que se huela a 10 km a la redonda y con la intensidad del más puro queso de Cabrales.
Yo no llevo nada bien el calor, y más que este, la exposición al sol. Los peligros de este sobre la piel me traen por el camino de la amargura, pero tengo muy presente la prevención ante quemaduras y otras lesiones epidérmicas y me embadurno de cremas protectoras e hidratantes, pero me agota soberanamente, si añadimos que no sólo me pringo a mí, si no también a mi hijo, podría hacer el cálculo del tiempo que destino a esta actividad y tal vez me saldría que dedico una semana de los tres meses a untarnos potingues sobre la piel.
En definitiva que, agradezco mi horario laboral nocturno, sobretodo en verano por razones obvias, no es igual trabajar a la intemperie del achicharrante mediodía estival, que bajo la tregua del descenso de temperatura de sus noches. ¡¡¡Y encima este año con aire acondicionado!!! Así que el resto del día me queda buscar rincones lo más frescos posibles y resguardados por la sombra para sobrevivir y no caer en una crisis psicótica presa por los efectos de una saturación incandescente y acabar saliendo a la calle a matar gente. (Mi batalla contra la invasión de hormigas en mi cocina la dejo para otro día)

Esta canción es para Arual, por su reciente maternidad. :))

miércoles, 18 de junio de 2008

La Ciénaga

La Ciénaga es una ciudad en la que a pocos kilómetros está el pueblo de Rey Muerto y muy cerca de este la finca La Mandrágora, en donde veranea la familia de Mecha (Graciela Borges), una mujer de unos cincuenta años, sumida en una crisi existencial agravada por una predisposición a la bebida. Mecha se casó con un hombre más con título de inútil que de marqués, pero dinero parece ser que no les falta, pese a que la casa aparece bastante destartalada, el principal estropicio, el filtro de la picina, que más que ésta se semeja a una ciénaga en la que el agua se mantiene sucia y estancada, cubierta por hojas secas y muertas. Clara representación de la desestructuración que sufre la familia, sumida en un letargo abandono, más allá del hastío veraniego. No hay vida, ni buenos propósitos entre los habitantes de la mandrágora, Mecha, más preocupada por que el servicio atienda al teléfono o los pequeños hurtos de toallas que puedan cometer y su temor por no acabar sus días encerrada en su habitación así como le sucedío a su madre, que por el abandono al que tiene sometido a sus cuatro hijos, producto de su fracasado matrimonio con Gregorio, también más atento a que su cabello esté bien secado antes que llevar con urgencia a su esposa al hospital, que debido a su estado etílico ha caído al suelo clavándose cristales rotos de las copas en su pecho y está desangrándose. Con esta presentación, una tarde cualquiera de finales de verano, con un grupo de amigos apoltronados alrededor de esa putrefacta piscina y un cielo ennegrecido por la inminente tormenta, pese a no perder en ningún momento la sensación de sofocante bochorno que envuelve el ambiente durante toda la película, Martel adentra al espectador a un cúmulo de situaciones/circunstancias que se suceden en el tiempo narrativo, pero sin una estructura clásica en el guión. Las diversas acciones se encadenan como en la vida misma sin una trama central, sin nudo, sin un punto álgido, desde el que empezar a definir el desenlace. La suma de las diferentes subtramas con ejes fijados en las interrelaciones de los muchos personajes que anidan en la escena, constituyen, como en una granada, la fruta en su conjunto. Nada es explícito y nada queda resuelto. Es como asomarse por unas horas a la ventana de las vidas de estas dos familias, la de Mecha y su prima Tali (Mercedes Morán) , que acudirá de visita a la masia con su propia familia trás el incidente del principio.
Varias son las críticas que he leído tras el visionado de La Ciénaga, de Lucrecia Martel. Y opuestas sus opiniones. O bien la ensalzan como una magistral ópera prima de esta directora argentina, o bien, muestran estupefactos su rechazo y enfado por el sentimiento de tomadura de pelo, al no explicar nada, o nada interesante que haya por contar. Entre las filas de los decepcionados, se ha alzado, como estandarte, la acusación de presentar una narrativa pobre, con un exceso de planos prolongados; personalmente, este film me parece una delicia de contemplar, tanto a nivel visual como argumental.
La asfixiante atmósfera que consigue capturar a través de las imágenes, los diálogos y la interpretación es excelente, sobretodo por todo aquello que no se dice, por lo que se insinua con gestos, miradas y detalles. Las pinceladas, que los detractores han señalado como personajes poco definidos, permiten al espectador construir mentalmente cada una de las historias que nos muestra sin necesidad de un guión encartonado. Artficiosidad para unos, sutilezas para otros: La constante lluvia que amenaza en embarronar todo el paisaje inundando sus existencias sinsentido, los animales filmados, evidentes símbolos en cada una de sus apariciones: la vaca atrapada en el río, el conejo sobre la encimera, los perros sueltos y el ladrido del de los vecinos de Tali, que tanto asusta al pequeño Lucho, los peces que han pescado... Son elementos metafóricos que describen y acompañan a los personajes. También están las constantes alusiones a las heridas: las cicatrices de Mecha, el ojo ausente de uno de sus hijos, la cara magullada que le queda a Jose, el hijo mayor de los anfitriones, el corte de Luche en la pierna y su diente de más que le ha salido... Nada funciona correctamente en esta casa, se empeña en mascullar una de las protagonistas, y bajo esa perspectiva, difícilmente pueda hallar una solución a semejante desastre.
Pese a no haber una sóla escena de sexo, hay una elevada pulsión sexual, más allá de los límites convencionales, sin un sello con hechos que lo constanten. Eso me ha parecido entrever a mí, y diversas críticas que posteriormente he consultado han confirmado mis impresiones.
A lo largo de la película, se sostiene una gran tensión de que algo grave está por suceder, pero de todo lo que el espectador teme pueda ocurrir, nada sucede, más lo inesperado hace acto de presencia, cuando se pretendía evitar una desgracia mayor.



Me quedo pensando sobre el comentario que Tali hace al final del trailer.
Hay que hablar porque si no después es peor, las historias se repiten.

martes, 17 de junio de 2008

Aquellos eternos veranos

Las tardes de verano de mi infancia-adolescencia se caracterizaban por contemplar el proceso de descomposición de los restos de sandía en los platos todavía por recoger de la mesa, en los que las semillas terminaban por secarse bajo el sol, y los ronquidos de fondo de mi tío tumbado en el sofá, apropiándose del único ventilador del apartamento encarado justo frente a sus pies, mientras en el televisor no podía verse otra cosa que no fuera la vuelta ciclista. Como mi madre y mi tía sentían una auténtica aprensión ante la posibilidad de bajarnos a la playa en pleno proceso de la digestión, teníamos que formar guardia en casa por lo menos durante las dos horas siguientes a la comida, sumando a ello los peligros por sufrir una insolación si pisábamos la arena antes de las 4 de la tarde, no nos quedaba otra que pasar un par de horas larguísimas en el balcón jugando a las cartas, con el toldo echado, no fuésemos a derretirnos bajo el sol.
Recuerdo el olor a sardinas a la brasa en las noches de verano y el pollo a l’ast de los domingos, día en que mi madre se ahorraba cocinar, pero no quedaba libre de quitar la mesa, lavar los platos, hacer las camas, barrer y fregar. Aunque astutamente compartía esas tareas delegándonos a mí y mi prima parte de las consabidas labores domésticas, olvidándose deliberadamente de mi hermano y mis primos (todos varones), que se agenciaban las bicicletas dejándonos a nosotras el delantal colgado en la manilla de la puerta de nuestra habitación. Corríamos en protección de nuestras progenitoras, pero nos topábamos ante un muro de impotencia al recibir como único gesto de consuelo un resignado encoger de hombros por parte de estas.

Yo no se si los tiempos han cambiado para mejor o peor. Si los veranos siguen siendo esa época tan esperada en la que el tiempo parece detenerse y en tres meses de estío se sucede una vida entera. La gente ya no veranea en el mismo lugar año tras año, o puede que algunos sí lo hagan todavía, y cambian el frigodedo por el calipo, los garitos y chiringuitos con música pachanguera son sustituidos por discotecas, los cuadernos santillana y los remordimientos la última semana antes de volver al cole por no haber abierto ninguno. Ya no se si los amigos del instituto son echados de menos por su ausencia con el messenger al alcance todos los días del año. Lo que no se es si, en el fondo, no añoro tanto el hecho de que todas esas cosas hayan ido cambiando como que esos veranos ya no se repetirán más.


lunes, 9 de junio de 2008

(Anti)Faz - La misma película distinta banda sonora

¿Quieres bailar?
¿Por qué no?

Mohammad Rafi - Jan Pehechaan Ho



¿Quieres bailar?
¿Por qué no? (hace tiempo que nadie me lo pedía de una manera tan tierna. ¡ Menudos ojitos que me ha puesto! Últimamente los chicos con los que me cruzo se arriman a mí directamente como si esto fuera el mercado de carne al por mayor. Coger y trinchar. Ya está bien permanecer en este constante luto emocional que arrastro. Merezco darme una nueva oportunidad)

Bjork - Earth Intruders



¿Quieres bailar? (Esta es la cuarta a la que le entro esta noche, parece necesitada, con lo que no me resultará fácil terminar la noche con cierto éxito, además, parece de las que no espera que al día siguiente le llames por teléfono, es más, creo que que no es la clase de chica que da el verdadero número de teléfono, vamos a divertirnos por una noche)
¿Por qué no?

Artic Monkeys - Dancing Shoes (Rhythms del Mundo)

miércoles, 21 de mayo de 2008

Frikismo

Hace un par de días abrí un nuevo blog. No sabía en su momento, producto de una idea fulminante surgida a raiz de una entrada publicada por Renton en su blog, si este blog quedaría como anécdota y broma a aquel comentario, o bien acabaría desarrollándolo.

Me explico: El blog no requiere mucho esfuerzo, por así decirlo, se escribe solo. Más que sólo es el resultado de la suma de los comentarios que aporto en los diferentes blogs que frecuencio. La idea es publicar en cada entrada cada comentario que haga en cualquier blog. Por una parte es, una muestra más de mi egocentrismo y por otra, una forma de dar a conocer "más enlaces, más enlaces" los blogs que encuentro interesantes, o bien si voy a parar a alguna entrada que me pueda parecer oportuna difundir.
No es que mi blog lo visiten millones de personas a diario precisamente, pero me basta con que quien venga a parar aquí, o los lectores habituales, puedan tener en sus manos (concretamente en su dedo al clicar el botón de su ratón) el conocimiento de dichas entradas.

Probaré el experimento durante un tiempo y este mismo dirá. Tampoco es que últimamente bloggée mucho, y suelo comentar todas las entradas de los blogs que asiduamente visito (lo cual puede colapsar, pero bueno, con no leerlo si no se quiere es suficiente), y sí puede ser una forma de conocer espacios que no se habían visitado.

Ahí lo dejo por el momento. Los que me soportais en vuestros comentarios quedais advertidos.

Cambio de tercio,
Ayer no pude disfrutar de la primera selección de los candidatos a participar en Eurovisión, ohhh... que lástima!!! Tampoco seguiré la gala en su día, creo que ese día tengo hora para hacerme la pedicura, pero me mantendré informada (por cojones, digo, por presión mediática) del ganador/a/es/as (uff... esto de ser políticamente correcta es agotador/a).

Me voy a mojar, y sin haber visto a todos los participantes, mi favorito es el representante de Bosnia-Herzagovina.


miércoles, 14 de mayo de 2008

Número 4

Hay días en los que te apetecería acabarlos como esas series que dan por TV. La voz en off de la protagonista resumiendo la jornada, llegando a conclusiones de los acotencimientos vividos y concluyendo conflictos que no volverán a abrirse, pues habrá otros nuevos y diferentes para futuros episodios. Pero la vida no es una teleserie (esta frase, por real que sea, me suena de haberla oído precisamente en alguna de esas capsulitas de ficción simuladoras de realidad), lo digo yo, que no tengo ninguna cámara enfocándome que me de un respiro una vez ha dejado de grabar, ni lo digo bajo el dictado de un guión milimétricamente elaborado. Los focos no se apagan y aquí la historia no finaliza con un beso al final del capítulo, ni nadie cobra y se van tan contentos a casa. Aquí el beso no deja de ser el comienzo de una nueva fase (lo que sería la continuación de la trama en posteriores episodios) Nunca termina, vale, existen cameos, personajes a los que se les da de baja y nuevas adquisiciones, pero no hay finales cerrados para las historias. Es ahí donde quería ir a parar.
Me gustaría poder escribir algún tipo de moraleja, con rotundas y contundentes frases. Así pues, aunque la propia vida la vivamos en ocasiones como fragmentos que en forma de módulos pudiésemos extrapolar con su principio y su final, la historia continua. Y deberemos seguir esforzándonos, encabronándonos algunas veces, pero siempre, eso sí, con las ganas de volver a empezar a la mañana siguiente.
Retardar las reacciones hasta que comiencen a calmarse las emociones intensas y valorar las experiencias normales cotidianas.


miércoles, 7 de mayo de 2008

"La pena no es más que alegría agotada" (Kurt dixit)

Ya puedo hartarme de ir al cine (vale, tampoco voy tanto, ni como quisiera ni como la economía me lo permite), pero aunque así fuera, las propuestas que no llegan a nuestras carteleras son muchas veces infinitamente mejores.

Es el caso de Old Joy, mucho más suculenta y menos pedante que films que alcanzan la exhibición en múltiples salas del país gracias a una exasperante promoción, aun habiendo pasado sin pena ni gloria por festivales de prestigio, pongamos como ejemplo el de Berlín, y digamos sin menos sutilezas, que podría estar hablando de Elegy... Que sí, que por supuesto me alegro que el cine de casa (o hecho por alguien de casa) tenga su sitio bien acomodado, pero me repatea, lo he dicho infinidad de veces y lo seguiré repitiendo hasta la saciedad, que se queden sin mostrarse en la gran pantalla (salvo en festivales y demás que no todos podemos permitirnos ir a visitar) películas magistrales, de una gran calidad cinematográfica en todos sus aspectos: Fotografía, guión, música, dirección, interpretación... ¿Porqué son tan elitistas los circuitos por los que se mueven este tipo de película? Una cosa es que al cine independiente (el propiamente dicho, no ese otro que va de indie cuando sabemos que todo es pura fachada) no tenga recursos económicos para promocionar sus películas, pero me niego a pensar que hoy por hoy, no hay canales de información suficiente para que el público que esté interesado pueda conocer todo cuanto se crea. Al igual soy yo que me muevo poco, pero la información me llega siempre con retraso, y como retrasada que soy, necesitaría un listado de webs a las qué acudir para estar siempre al día de las novedades cinéfilas de todo el mundo. No sólo lo que a unos cuantos parece que les interese que vayamos a ver. Tendré que conformarme con estos pequeños grandes hallazgos. De tener a mi disposición todo cuanto podría gustarme ver, la falta de tiempo me provocaría casi peor desazón que el desconocimiento.

Después de esta introducción me adentro a no comentar en exceso la película en cuestión.

Aparentemente, dos tipos más allá de los 30 paseando por el bosque en busca de unas aguas termales puede no atraer demasiado. Más si alguien te da el chivatazo de que durante la poco más de una hora de peli no sucede nada, resulte menos atractivo su visionado, pero, si alguien te dice: Tienes que verla por varios motivos, la cosa cambia.

El fascinante viaje al mundo de las sensaciones/sentimientos/pensamientos que irremediablemente vas a experimentar mientras la ves. La balsámica banda sonora que acompaña unas imágenes apacibles y nostálgicas. La sensibilidad con la que la directora capta y emana a través de todos los poros del celuloide, el intento de reconstruir lo que una vez fue y no volverá a ser entre dos amigos que ya nada tienen en común, salvo el cariño que los años les ha mantenido uniendo en sentimiento. Los silencios, mucho más llenos de contenido que todos los posibles vácuos diálogos con los que podrían haber pretendido tratar de explicar lo que con unas miradas y gestos tan bien describe la historia que nos están narrando... Estos serían algunos de los motivos para verla.

Uno de los personajes (Kurt) en un momento álgido del metraje afirma la siguiente frase: Nunca me he metido en nada de lo que no pueda salir. Alejándose con ello de toda responsabilidad y compromiso convencional. Aun así, en la escena final, aparece vagando por esas calles de paisaje nocturno entre las luces de la ciudad, perdido y sin rumbo, buscando... (y aquí quien la ve, tiene libertad absoluta de pensar lo que quiera)

Más información sobre Old Joy en: no-wave! (Trailer incluido)