lunes, 29 de octubre de 2007

Cucurbita máxima

Los tiempos cambian. Suena a discurso de aquellos que se hacen mayores. Para bien o para mal, no entraremos a debatir sobre estas cuestiones. Cuando era una cría, las calabazas tenían diferentes significados para mí, más allá del literal del fruto en sí. Me viene a la mente los desplantes sentimentales, pero también los fracasos escolares y por descontado, el clásico entre los clásicos cuentos infantiles de La Cenicienta y su famosa carroza, con la que sin ella no habría podía llegar al baile que tan buen resultado para su futuro le tenía reservado, y todo gracias a una calabaza. Pero nunca se me hubiera ocurrido que pudiera ser un farolillo en forma de cabeza como objeto de decoración.

En mi vida he probado jamás la calabaza. Se que se prepara en pasteles, cremas y sopas, pero hasta hoy no había tenido ocasión de preocuparme seriamente en cómo cocinar este alimento. Pensaba que su interior sería más como una sandía, pero lo que me he encontrado es más similar a un melón. He leído por ahí que hay varios tipos, lo que tenía entre mis manos era bastante circular y de un color rabiosamente anaranjado, con una enorme cantidad de pulpa filamentosa que sujetaba una cantidad industrial de pepitas, y poca, muy poca, casi inexistente carne. Así que como las recetas que había hojeado hablaban todas de trocear a dados la calabaza, ahora tengo una fuente llena de algo que debe ser el interior de una calabaza pero de lo cual no se de qué se puede sacar provecho culinario. En la nevera está. No, tranquilos, no os esforcéis por aportar sugerencias. Mañana dispondré de todos los preparativos oportunos para una digna despedida de las entrañas de esta cabeza sin cuerpo que me acompañará en los próximos días.

A mí que eso de El día de los difuntos, porqué así se llama también al día de todos los santos, siempre me había dado cierto respeto, vamos, miedo. Tenía el absoluto convencimiento de que ese día era la fiesta mayor de los muertos y salían todos a darse garbeos sin molestarse en ser discretos y pasar desapercibidos entre los vivos. Más tarde crecí, que no madurar, y descubrí que para estar rodeada de fantasmas no necesariamente tienen porqué estar estos muertos.

Si mi mosqueo aumentaba, a medida que pasaban los años, por la cantidad de tradiciones que la globalización congregaba en un periodo de tiempo reducido como son las Navidades, con las imposiciones mediáticas inicialmente y posteriormente abarcando todos los campos de nuestras vidas, con Santa Claus y Papá Noeles conviviendo con mis añorados Reyes Magos, de los cuales claudiqué el año que me trajeron unos putos, y únicos, Juegos Reunidos Geyper que ni pedí, aparecía la figura de Halloween justo en la misma fecha que para mí, de toda la vida, había sido la Castañada (La noche del 31 de Octubre se celebra comiendo castañas, boniatos asados y panallets). Terror me causaba la idea indisociable de la película, pues a los muertos desatados añadimos a un psicópata con ganas de matar, no más asco-pena me producía la idea de tener que disfrazarme dos veces al año a falta de una. Los Carnavales tenían su punto, pero con el tiempo se me creaba una duda existencial difícil de resolver: ¿Tenía también que entrar a formar parte del paripé de confeccionarme un traje de bruja, fantasma sabanero o lo peor: niña gritona soltando la frasecita Truco o trato? No, no y no. No iba a sucumbir. Y mi casa no iba a adornarse con ridículas guirnaldas de murciélagos y espantosos esqueletos, ni mucho menos, tétricas calabazas con las que tener más de una desagradable pesadilla.


Pero sucedió.


El pasado jueves el padre de 3’15 le regaló una. Y una servidora ha tenido que vaciarla, hacer acopio de imaginación y dotarme de fe ciega para que, por una vez en la vida, las manualidades no fueran una de las múltiples cualidades de las que carezco. El resultado es este:


Lo se, en estos momentos es totalmente aplicable aquella frase de Groucho que decía: Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros. Y es que, la ilusión que le hacía a 3’15 por tener su calabaza de Halloween bien merecía la concesión.

Y es que, como decía al principio, los tiempos cambian, por más que queramos aferrarnos a nuestro conservadurismo natural.

viernes, 26 de octubre de 2007

¿Conoces al Diablo?

Creía que estas frases sólo eran producto de series de intriga ideadas por macabros guionistas, pero la realidad supera siempre la ficción, cosa que a veces olvidamos. ¿Conoces al diablo? Así me asaltaba esta mañana de regreso a casa, después de una larga noche de trabajo, un individuo con aspecto desaliñado propio de los indigentes feligreses de la Iglesia de San Dionisio. Sucio y maloliente, con barba descuidada, andaba a zancadas balanceándose sobre sus cortas piernas. El tipo no era más alto que yo, o tal vez por el gélido frío del rocío su cuerpo encogido aparentaba mayor fragilidad de la que pudiera tener. Todavía la luz no era clara, algunas farolas permanecían encendidas, lo que daba a la estampa mayor siniestralidad. El tipo, que caminaba unos metros delante de mí, se giró abruptamente al bordear la esquina, agudizando el factor sorpresa por mi parte y provocándome un estado de alerta en el que, en estos casos, me paralizo y un escalofrío recorre mi espina dorsal, volviéndome gilipollas y reaccionando de la manera más imbécil. Siempre, minutos después de este tipo de suceso me maldigo por no haber dicho esto o lo otro y haber hecho lo opuesto a lo que me hubiera parecido mejor. El caso es que estamos en ese punto: él se gira agitando sus brazos como si de un visionario del holocausto se tratara y me grita mientras me clava su vidriosa mirada: ¿Conoces al diablo? Puedes conocerlo algún día. ¡Es un hijo de puta! A todo esto lo más que se me ocurre decirle es: Probablemente lo haga, algún día, como todos. Y acelero el paso, no sin antes sortear la barrera a su paso a dos metros de prudente distancia de él. Suerte que no se trataba de un callejón estrecho.

El resto de la mañana no he podido quitarme de la cabeza lo absurdo de la situación.
Caminaba en dirección al colegio de mi hijo mientras contemplaba el cielo dibujado por esas nubes grises, envuelta en una humedad que me calaba el frío hasta los huesos. Y joder, en esos momentos pensaba que ya puestos, no se estaría tan mal en el calor del infierno conversando con un viejo amigo que se lo ha sabido montar tan bien.

martes, 23 de octubre de 2007

Por profunda que la sumerjas la mierda flota


¿Existe algo que produzca mayor desasosiego que vivir en un lugar remoto y aislado en dónde lo más estimulante es un cine de pueblo, una cafetería y unos billares? Pues sí, algo más espeluznante es querer huir a toda marcha para acabar echando el freno a medio camino y dar vuelta atrás, sabiendo que no existe otro lugar para ti.

Anarene existe. Aun siendo una descripción de un pueblo de Texas a principios de los 50 en el que sus habitantes tratan de sobrevivir frente a sus adversidades. Los jóvenes luchan por conseguir un futuro mejor que el vaticinado por sus mayores atrapados entre la desdicha y la amargura de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y no sólo no avanzan, si no que el aura de melancólica desazón se expande hasta crear una atmósfera asfixiante. Lo refleja el constante viento que, en el silencio, azota la ciudad. Reproduce tal sensación que uno cree tragar el polvo que el aire levanta y la espesura de la arena que niebla dificultando ver cuanto tienes delante.

A Sonny sólo le queda una cosa por aprender. Aceptar vivir con lo que le ha tocado, como el sabio de Sam trató de enseñarle mientras pudo. No hay cabida para los sueños, las esperanzas. Todo está invisiblemente pautado. La historia rezuma una tristeza de dejar atrás una época que inexorablemente no volverá, pese al desaliento de que lo que se pierde tampoco eran los años dorados. Un pesimismo abrumador embarga al espectador ante lo que está presenciando. Se entrevén los muros de hipocresía y doble moral de una sociedad que, aturdida, no parece pretender evolucionar a mejor, pues la guinda corona el pastel con el cierre del cine de la localidad que no causa si no encerrar más en la soledad y la decrepitud a sus ciudadanos, inmersos en sus frustraciones y miserias. Un desértico porvenir fauces de los fracasados personajes que configuran este colectivo anclado en Anarene.



Un film brillante.
Una vez más mi fiel fuente de suministro ha acertado con su recomendación.

sábado, 20 de octubre de 2007

5 minutos más



¡Me encanta, me encanta, me encanta este vídeo!
Y eso que Calamaro como que no mucho...

jueves, 11 de octubre de 2007

Chupapollas


Recientemente he tenido el placer de ver esta gran película: Lenny (1974)De Bob Fosse y protagonizada por Dustin Hoffman. Candidata a 6 seis Oscar de los cuales no obtuvo ninguno… bla bla bla… toda esta información y más podéis encontrar en la red.

Escribo sobre esta película porque me parece sencillamente extraordinaria y poco valorada con el paso del tiempo. Puede resultar caduco o fuera de onda, que diría Lenny, estar realzando y recomendando una historia en la que se lucha y se defiende la libertad de expresión, por los tiempos que corren, en lo que es más provocador salir en Internet completamente vestido que en pelotas. Afortunadamente la desnudez hace tiempo que dejó de escandalizar (otro debate sería el maluso de la libertad, pero eso allá cada cual). No obstante, no estamos tan lejos como pensamos, no nos engañemos, de aquella época. Sin ánimo de hacer de esto un discurso político, todavía se abren debates por como ir vestido o por otros actos puramente simbólicos como una quema de fotos, no voy a entrar en opinar si estoy más o menos de acuerdo, porque no es el caso. Lo que me motiva a hablar de este film es indiscutiblemente poner de manifiesto que, por muy por sentado que en la actualidad demos a una serie de derechos que tenemos no hace demasiado (y repito, no nos engañemos) la sombra de la censura sigue entre nosotros. Se puede decir de muchas maneras, agravio, ofensa… Lo que verdaderamente incomoda no son las palabras, son la repercusión de estas sobre la conciencia de quienes las escuchan.
Podrá cuestionarse la figura sobre la que se basa esta historia (explicado a grosso modo: el guión está construido entre un biopic del cómico Lenny Bruce mezclado con un falso documental que recoge los testimonios de los más allegados del humorista), puede que se equivocara en muchos de los aspectos de su vida personal, pero, lo que me fascina y creo que es digno de descubrimiento para aquellos que desconozcan este episodio en la historia, es como la represión y la moral malentendida de quienes están al poder, por su propia absurdidad, encumbró a este hombre de la misma manera que le condujo a su final. Sólo porqué decía las cosas tal y como son.
Y qué mejor ejemplo que recoger algunas de sus aportaciones en diversos monólogos que he seleccionado de la película:

El problema es que vivimos en la cultura del "final feliz"... la cultura del "como debería ser", en lugar del "como es". Nos enseñaron esa fantasía, si nos hubieran enseñado... “esto es así", creo que seríamos menos neuróticos. Entiéndanme. Quisiera mostrarles unas fotos asquerosas que tienen que ver con su hija y con la mía. Estas son fotos del asesinato de Kennedy. Bien... Yo digo que éstas son fotos asquerosas... porque los pies de foto son una tontería. "Ni por un instante pensó en salir corriendo." Bien, esto es una tontería. Esa es mi conclusión. "La conclusión de" Time Magazine es que la mujer intentó... bajar del coche en busca de ayuda... o intentó ayudar a los del servicio secreto. Es la conclusión de ellos y la creemos. Pero creo que hizo lo normal. Cuando le dieron al presidente y al gobernador... ¡ella intentó largarse de allí! ¡Pero quieren que creamos esta tontería! Quieren que mi hija, nuestras hijas... si un día les matan al marido... e intentan correr para salvar el pellejo... hagan lo normal, y luego se sientan culpables, como una mierda... porque no son como esa buena mujer de la fantasía. Es una asquerosa mentira decirle a la gente...si eres bueno, quédate, si eres malo, corre.
¡Porque ella no se quedó! ¡Carajo! ¡No se quedó! La gente no se queda. No. La gente no se queda.


No, no tienen que aplaudir. En serio. Es extraño. Es suficiente que estén escuchando.
Saben, es muy raro. Me solían despedir por hacer esto.


"El cómico de mal gusto, Lenny Bruce... que bromea acerca del presidente..."
Bla, bla, bla, bla. ¿Saben qué es de mal gusto? Zsa Zsa Gabor ganará 60.000 dólares por semana... en Las Vegas, Nevada... y los salarios de los maestros de escuela en ese estado, el salario máximo... es de 6.000 dólares al año. Esto es realmente de mal gusto.


Saben, estuve pensando. Quiero decir, yo soy totalmente corrupto. O sea, realmente. Todo mi número, todo mi éxito económico... lo que sea... está basado exclusivamente en la existencia de la segregación... la violencia, la desesperación, las enfermedades y la injusticia. Si, por algún milagro, el mundo entero se volviera de repente sereno... puro... yo estaría parado en alguna fila de desempleados. Ya ven, no soy moralista.

miércoles, 10 de octubre de 2007

breathe me

Quien no tiene algún trauma no sabe con la suerte que juega. Hay traumas y traumas, hay quien pensará que todo eso es una estupidez freudiana, yo que tengo los míos propios a veces incluso me río de los ajenos, o me parecen de fácil resolución, es cómodo y sencillo verlo desde afuera, pero uno mismo debe tomar distancia y ser así como enfocar los suyos, estudiar las múltiples perspectivas que puede alcanzar una misma cuestión. Con ayuda de otra visión distinta a la que hasta ahora no le ha dejado profundizar porqué dolía, y le ha sometido a una tiranía, anclándolo irremediablemente, inmovilizándole y amordazando cualquier resquicio de sensatez que intentase exterminar lo absurdo del dominio de esa irracionalidad nociva que llega a afectar al transcurso de una vida, entorpeciéndola sin poder ser vivida con normalidad (contando que exista eso llamado normalidad)

Uno puede seguir poniéndose limitaciones y excluyendo un sinfín de cosas, ¿Porqué no? Hasta que se ahoga, llegado a un punto mejor optar por avanzar. Avanzar es superar todos esos inconvenientes afrontando ese problema. Mirar hacia el interior de uno y decidir de una vez por todas que seremos dueños de nuestras elecciones.



Letra y traducción.

martes, 9 de octubre de 2007

Y me cose unas alas

Para mí lo esencial para que el motor no se pare es tener a alguien ahí, a quien querer, que te quiera, por quien existan motivos para levantarse cada mañana, aun con el pasado que pesa, el presente a veces difícil de sobrellevar y un futuro incierto. Da igual que sean la pareja, la familia, los buenos amigos...

Hoy estaba especialmente sensible y me he puesto a escuchar canciones, precisamente esta la escuché por primera vez hace muchos años, cuando eso de tener novio era algo que me quedaba muy lejos (y eso que fui precoz en asuntos sentimentales, aunque hoy por hoy el primer amor a los quince sería tardío…) y siendo niña pensaba que algún día quisiera que alguien sintiera algo similar por mí, a quien yo transmitiera en él lo que dice su letra.
Y ahora, años más tarde descubro que le quiero a morir.

La quiero a morir, by Francis Cabrel

Esta es una versión que me parece brillante

La de Manzanita no la he encontrado :(





Imagen: Mirada al Pasado, By Eduardo Naranjo

miércoles, 3 de octubre de 2007

Avisen a los gendarmes



“Vas a cumplir ochenta y dos años. Te has encogido seis centímetros, no pesas más que cuarenta y cinco quilos y aún continúas hermosa, grácil y apetecible. Ya hace cincuenta años que vivimos juntos y te amo más que nunca. Llevo de nuevo en el pecho un vacío devorador que sólo calma el calor de tu cuerpo contra el mío.”

Fragmento de:

Lettre à D., Historire d’un amour. (2006) André Gorz

lunes, 1 de octubre de 2007

Se empieza haciéndose la cama

En los últimos 10 años tal vez se había hecho la cama unas 700 veces. Eso sin contar los cambios de sábanas, que era aproximadamente cada una o dos semanas, día que aprovechaba para ponerlas en el momento en el que iba a acostarse, luego pasado todo el día, tampoco contaban.
Esa mañana se levantó e hizo la cama. Con parsimonia y pulcritud. Estirando bien la ropa para no dejar arruga alguna. Midió con exactitud visual que las partes que cayeran por los bordes de la cama fueran proporcionalmente iguales. Ahuecó incluso la almohada.
El resto del día transcurrió como cualquier otro. Nada excepcional que diferenciara la jornada. Los detalles cotidianos se sumaban a las horas que acumulaba.
Al llegar la noche, abrió un frasco y fue tomando a pequeños puñados las pastillas que contenía hasta dejar el envase vacío. Fue a su dormitorio, abrió la cama y se acostó.
No.
Al llegar la noche, se estiró en el sofá y encendió el televisor. Miró a través de la puerta entreabierta de su habitación que desde su posición alcanzaba a ver y respiró con alivio, la cama estaba deshecha.